El anuncio de la ampliación del cono monetario venezolano viene a reforzar la polémica existente en el país sobre lo acertado o no de la política económica del Gobierno nacional y el impacto del bloqueo económico que se ejerce desde el exterior.
Aún no han comenzado a circular lo nuevos billetes de 200 mil, 500 mil y un millón de bolívares y ya han levantado un enorme revuelo de opiniones, presunciones y temores en todos los estamentos de la sociedad venezolana.
Lo primero que puede considerarse es que el gobierno está pensando, finalmente, en decretar aumento general de sueldos y salarios, o por lo menos hacerlo en el sector público, uno de los más afectados en su poder adquisitivo.
Esta tesis se sustenta en el hecho de que el objetivo de la emisión de billetes de mayor denominación es entregar más dinero a los trabajadores para que puedan adquirir más bienes, dándole movilidad a los stocks que se encuentran virtualmente represados en los establecimientos comerciales debido al bajísimo poder adquisitivo existe hasta ahora.
De esta forma se motorizaría la economía y, por carambola, se le daría un impulso a la actividad productiva.
Sin embargo, la economía tradicional sostiene que este tipo de acciones lo que genera es más inflación y, por ende, la pérdida nuevamente del poder adquisitivo.
Ante ello, voces como la de la economista Pascualina Curcio se levantan para “enfrentar” y “derrotar” esos “mitos”.
Para ella, el incremento en la circulación monetaria no necesariamente llevará a mayor inflación. Todo depende, esos sí, de la política general que aplique el gobierno y que, inevitablemente, debe dirigirse a impulsar la producción.
Entre sus propuestas está, precisamente, aumento e indexación de sueldos y salarios, así como el incremento del circulante monetario real.
Pareciera que, pese a las críticas que Curcio ha recibido del gabinete económico nacional, especialmente del diputado Jesús Faría, presidente de la Comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional y ex ministro de Comercio Exterior, existen más coincidencias que los desencuentros ampliamente publicitados.
Una curiosidad que podría dar más soporte a los supuestos anteriores es el hecho de que los retiros bancarios actuales, que no pasan de 200 mil o 400 mil bolívares por cliente al día, están siendo otorgados en billetes de 50 mil.
Esto no tiene nada de anormal, pero lo curioso es que TODOS los billetes de 50 mil bolívares que entregan los bancos son NUEVECITOS, como recién salidos de la imprenta.
¿Estará el Gobierno nacional imprimiendo más de esos billetes para controlar un poco el mercado monetario? Habrá que investigar.
El otro punto que destaca en esta ola de análisis, juicios, prejuicios, y hasta predicciones, es el de la posible, ¡y temida!, nueva devaluación, más aguda y violenta que la que hemos experimentado en los últimos años.
Ya algunos “analistas” de redes sociales comienzan a ironizar, con triste jocosidad, que en menos de 15 días todos estaremos hablando de 200 bolívares, (el billete de 200 mil) 500 bolívares (el de 500 mil) y mil bolívares (el de un millón) reiniciando el círculo vicioso de los otros integrantes del cono monetaria actual, que ya hizo desaparecer de circulación los billetes de 100 y 200 bolívares (estos sí de esas exactas denominaciones).
Si el gobierno está incorporando billetes de mayor denominación podemos presumir que no tiene planteado, aún, cambiar el actual cono monetario y, por ende, tratará de mantener la inflación suficientemente controlada, para que no se siga deteriorando el ya minusválido poder adquisitivo.
Si Pascualina Curcio y el Gobierno nacional coinciden es que algo están tramando. Esperemos que sea para bien.
Especial de Régulo Párraga para El Periódico de Monagas