«Afrodita» es su nombre comercial, sin embargo, la cédula venezolana indica que se llama Ana María Guzmán Serrano. De personaje solo tiene el nombre artístico, es una mujer de carne y huesos.«Eso sí, a mí no me van a tomar fotos, con que sepan mi nombre ya es suficiente», dejó en claro la mujer que tiene 18 años complaciendo los deseos sexuales y que es dueña de 35 primaveras; en otras palabras, más de la mitad de su vida la ha dedicado a prostituirse.Vendiendo su cuerpo ha logrado conseguir una casa y otras comodidades. No tiene hijos porque “sencillamente no quiero tener, y aparte no le dedicaría tiempo a esto que es mi trabajo y con lo que he conseguido lo que tengo».El primer encuentro sexual por dinero de «Afrodita» fue la noche de su graduación de bachiller con el papá de una compañera de clases. Relata que el hombre bailó varias veces con ella y estaba muy insistente, “le pedí dinero y me lo dio, vi que se me hacía fácil y desde allí empecé”.Hombres de diferentes edades han recorrido cada centímetro de su piel. La fémina ha experimentado la calle, la necesidad y el desespero por generar dinero la han llevado a colmarse de paciencia y esperar clientes en una esquina de la ciudad a altas horas de