26Abr2024
Opinión
De Cal Y De Arena

Pasan los días, disfruto de mis hijos y de la buena vida que ellos me dan, también observo. Rezo, medito, converso, comparto. Sin embargo, no puedo apartar mi mente del desastre que se vive en Venezuela. ¡AH! Contradictorios lectores, si no creyera y confiara en Dios estaría en la desesperanza y en la desesperación. En efecto, la vida en nuestro país es un desastre; tan terrible, como fue maravillosa por un montón de años. Nosotros: ignorantes, ingenuos, mal acostumbrados y deslenguados no éramos conscientes, ni nos dimos cuenta de lo bien que vivíamos y de lo magnífica que era nuestra vida. Revisar la historia – imprescindible hacerlo- reconocerla, Maestra de la Vida (“Ciceron”) y saber lo ocurrido. Las comparaciones no son buenas, resultan inevitables: nos damos cuenta de cómo hubo un período, – el resto del mundo sufría- nosotros disfrutábamos paz y prosperidad como ningún otro país. Recuérdese ese lustro de 1940 a 1945, el mundo se retorcía entre la Segunda Guerra, el nacional socialismo, el hambre y la miseria, producto de la conflagración mundial, nosotros teníamos una vida cómoda y llena de cosas buenas; el petróleo, combustible imprescindible para la victoria aliada; había suficiente para surtir a países del eje democrático. Recibíamos todas las ventajas de esa situación. Nunca hubo escases, menos dificultades para la vida. Nuestra prensa se

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