A propósito de recordarse el Día Mundial de la Lucha Contra el Suicidio, debemos hablar sobre esta dura decisión, ya que no es tarea fácil y menos es la solución algún problema.
Durante el mes de agosto en el estado Monagas se registraron al menos siete suicidios entre niños y adultos que por alguna u otra razón decidieron ponerle fin a sus días.
Lesbia Ramírez, psiquiatra, explicó para El Periódico de Monagas, que el suicidio es una de las patologías más frecuentes, ocupando la primera causa de muerte en personas de 14 a 29 años, lo que se ha convertido en un problema de salud pública.
La especialista también menciono que en algunos casos los jóvenes quieren llamar la atención, y «hacen un gesto suicidad por lo que en oportunidades la vida les juega una mala jugada y terminan provocándose la muerte”.
La psiquiatra también manifiestó que el sistema de salud pública del Estado, «es un fracaso», debido a la carencia de redes de apoyo, acciones preventivas para esos seres humanos vulnerables por sentir soledad, indiferencia y desamor, que los lleva a tomar tan terribles decisión.
El suicidio es un problema de salud pública, rodeado de estigmas, mitos y tabúes. Cada caso significa una tragedia para toda la familia, así lo explica la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Alrededor de 79 % de los suicidios en América Latina ocurren en hombres. La tasa, ajustada por edad entre los varones, es más de tres veces superior a la de las mujeres.
El suicidio es la tercera causa de muerte entre los jóvenes de 20 a 24 años. Las personas de 45 a 59 años tienen la tasa de suicidio más alta de la región, seguidas por las de 70 años o más.
Es un mito del suicidio cuando se dice que el que se quiere matar, no lo hace; sí lo dice: de acuerdo con estudios, de 10 personas que se suicidan 9, lo han dicho o dejado entrever, expresado con palabras, gestos o cambios de conducta.
Anualmente se quitan la vida más de 703 mil personas, luego de varios intentos, lo que significa un muerto cada cuarenta segundos en el mundo.
Se debe estar atento a los factores de riesgo, donde resaltan, estar deprimido, sentir desesperanza, tristeza la mayoría del tiempo, desinterés por la mayoría de cosas, presentar alteraciones del apetito y sueño, estar falto de energía, mostrar ansiedad e irritabilidad constante, bajar el rendimiento académico o laboral.
Se suman a estos factores, el aislamiento, pensamientos suicidas, intentos suicidas, antecedentes familiares de depresión o suicidio, problemas de salud, consumo de alcohol o drogas.
La asfixia, las armas de fuego, la intoxicación con drogas y alcohol y el envenenamiento con plaguicidas y productos químicos son los cuatro métodos más utilizados para el suicidio, que representan el 91 % de todos los suicidios en las Américas.
Ninguna sociedad escapa a esta calamidad, ni países ricos o pobres, cada quien vive sus problema de forma muy particular; y el hecho de tener recursos económicos o acceso a las formas más avanzadas de tecnología, según la especialista en Psiquiatría doctora Lesbia Ramírez, no garantiza la protección, así que también es cierto que situaciones críticas de tipo económicas, de enfermedades físicas y mentales, soledad, abandono, entre otras, son elementos que influyen enormemente en la toma de tan drástica decisión.
Si se está cerca de la persona, se debe preguntar si piensa en el suicidio, mantenerla a salvo, alejándola de instrumentos y lugares letales, escucharla atentamente y reconocer lo que siente, buscar conexión con personas e instituciones que le ofrezcan ayuda y mantenerla a la mano y mantenerse en contacto luego de una crisis.