Definitivamente la bolsa clap se ha convertido en el símbolo de la corrupción, la discriminación, el control político-social y la indignidad del régimen militarista de raíz marxista-leninista. Someter a los trabajadores activos y/o jubilados de varios sectores de los poderes públicos, así como a ciudadanos a depender para su alimentación de una bolsa de alimentos de mala calidad, seleccionados por un burócrata, ha terminado por evidenciar la miseria espiritual y material de una camarilla política que se niega a admitir su fracaso y a acatar los principios fundamentales de la democracia.Un recurso al que puede apelarse en situaciones de catástrofe natural, ancianidad y/o calamidad de las personas, lo han convertido en una política permanente. Tanto en las comunidades más vulnerables, como en los organismos del estado donde se entregan como contraprestación por el trabajo una bolsa de alimentos, se somete a los ciudadanos a unos procesos extenuantes en lo físico, y denigrantes en lo espiritual.Largas colas, maltrato verbal y hasta físico (de pie y al sol o el agua) deben soportar las personas para que el funcionario de la dictadura les entregue los escasos alimentos. Hay organismos públicos y sectores sociales en los cuales los ciudadanos agobiados terminan por no retirar la bolsa, quedando las mismas en manos de los funcionarios, quienes finalmente disponen de ellas a su particular interés.