Para el profesor Rubén González, director de la Universidad Experimental Simón Rodríguez (Unesr), de mil 400 alumnos nuevos en esta casa de estudios superiores, demuestra de que a pesar de lo duro que resultó para todos la pandemia, «los jóvenes venezolanos apuestan a la esperanza y al desarrollo del país para impulsar nuestro mejor sentido venezolano».En la actualidad la Universidad Simón Rodríguez tiene 5 mil 050 estudiantes regulares inscritos, con los mil 400 nuevos que ingresaron para este año académico, la matrícula pasa de siete mil muchachos, a las carreras tradicionales de administración de empresas y de educación, a las nuevas carreras incorporadas al desarrollo productivo del país y a las nuevas necesidades se han abierto paso entre la oferta estudiantil de esta casa de estudios, dos nuevas carreras como son veterinaria e ingeniería de los alimentos, por lo que el profesor González destaca el interés demostrado por estas nuevas especialidades.-¿Está la Universidad adaptada a este crecimiento?, ¿pueden cubrir desde el punto de vista de la infraestructura este crecimiento significativo?-No podemos negar que nuestra sede de Los Guaritos ya se quedó corta para este aumento considerable de estudiantes, pero realmente nosotros teníamos que aceptar esta responsabilidad, no podemos decirle a los muchachos que no los íbamos a recibir, porque no teníamos espacios, por eso habilitamos con cinco aulas nuestra vieja

Maritza conoce las dos caras de la moneda: es profesora de un plantel público y de un colegio privado y es mamá de dos estudiantes. Como docente, sabe que sus alumnos han pasado por el desierto de la hiperinflación, la emergencia humanitaria y la pandemia. Como madre, reconoce que los problemas que había se agravaron.“Ahorita hay que reforzar muchas cosas, porque los muchachos estuvieron dos años en pandemia en sus casas”, explica Maritza. Por ejemplo, hay que volver a marcar los hábitos y los horarios.Su visión de profesora de inglés coincide con la de Carlos Fernando Calatrava, director de la Escuela de Educación de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB). “Los niños y jóvenes de los niveles obligatorios regresaron a las clases presenciales con evidencias de retardo pedagógico; es decir, todo lo que debía estar aprendido no lo estuvo totalmente.Este retardo pedagógico implicó la necesidad de acciones de recuperación o nivelación, adicionales a los horarios de clase de cada año, pero no cumplidos cabalmente. Y estas acciones de recuperación no fueron en todas las escuelas del país. A esta situación, se le unen la deficiencias propias en destrezas sociales, trabajo en grupo y en equipo, justamente por no haber interactuado presencialmente por más de año y medio”, explica Calatrava.Con información de Contrapunto