“Tengo pensamientos negativos todo el rato y lo único que me ayuda a sentirme mejor es la comida. Mientras como no pienso en nada, los problemas desaparecen y eso me da algo de respiro. Es como si durante esos 15 minutos sintiese paz. Me doy cuenta de que me reconforta el haber comido, incluso no teniendo hambre. A veces intento aguantar el fuerte deseo de comer tras una situación que me produce ansiedad, tristeza o simplemente malestar, pero una vez que empiezo a comer lo hago cada vez más deprisa, engullo la comida casi de manera automática y en ese momento sé que he perdido el control. Luego me siento mal y aparecen los remordimientos y los sentimientos de vergüenza y culpa. ¿Si no tengo hambre porque me tengo que pegar atracones? Todo empezó cuando yo tenía 10 años y mis padres alcohólicos pasaban gran parte de su tiempo en el bar de enfrente de casa. Descubrí que la comida anestesiaba mi malestar y desde entonces se convirtió en mi mayor secreto”.Así comenzaba la declaración real de una persona que acudió a una profesional de psicología ante una situación de inestabilidad y atracones constantes. Ahora estos han aumentado tras el confinamiento.¿Cómo identificar un atracón?Son varias las señales que pueden indicar que nos estamos pegando atracones. Como características fundamentales encontraríamos la