He auspiciado, estimulado y expresado la trascendencia que tiene el proceso de las primarias opositoras en Venezuela. Lo califiqué, sin dudas, como un esfuerzo democratizador, fundamental en este momento terrible que vive nuestro país.
La consigna de acceso y participación democrática, (se cumple) como necesidad para países democráticos, en vías de desarrollo, es de 1978. Desde entonces, se fue produciendo un progresivo incremento en ámbitos de la participación comunicativa y democrática. Escribí, artículos y comentarios, festejando la iniciativa de las “Elecciones Primarias”, al considerarla un rasgo de madurez política, intelectual y ciudadana de la oposición.
Además, se nota el terror del régimen y de algunos personajes menores que “por ignorantes creen que saben”, hacen planteamientos increíbles para intentar acabar con el gran proceso. Mientras en el país, hay alegría por el acto de contarse en primarias, además de unirse, al fin. También han pretendido descalificar el evento al intentar inhabilitar administrativamente, sin razón jurídica, a la candidata María Corina Machado.
Concluyó, satisfactoriamente y en paz, el tiempo de inscripción para “Primarias”. Se cuentan 14 candidatos aspirantes, uno como posible comodín, del partido Un Nuevo Tiempo. (¡¿) Dos candidatos no se inscribieron. Uno el “Conde” y el otro, el colega y amigo Manuel Isidro Molina. Respetuosa de lo que piensan y hacen los demás, creo que cada cabeza es un mundo, cada uno, es cada uno. ¿Quién soy para opinar sobre esta decisión? Como ciudadana, la universidad de la vida me ha enseñado mucho, sin desmerecer mi Alma Mater, la UCV.
Unirse para salir y derrotar un gobierno: simple, decirlo, difícil lograrlo. La unidad es victoria segura. La división: derrota, segura también. Demostraciones de esto están en la historia: “el 23 de enero de 1958” en nuestro país. La Concertación chilena en 1990, para salir de Pinochet. Casos distintos, en esencia, semejantes en la unidad. En recientes procesos electorales hay ejemplos: el 2015, la Asamblea Nacional y más reciente el caso Barinas. Cuando no se logra acuerdo, tampoco consenso, hay que, votar y elegir. No hay de otra. Sin embargo, debe privar el amor por la Patria, por su destino y por su bienestar.
Creerse el “único/a” con la posibilidad de hacerlo, no es correcto en democracia. Es gratificante que haya ciudadanos/as que se sientan con poder y lograr la transformación que Venezuela necesita. No descalifico nada, me parece muy bueno. Sin embargo, lo que no me parece tan bueno, ni meritorio, es que no estén dispuestos/as a escuchar y seguir los sentimientos de las mayorías, que han escogido las primarias como el proceso selectivo, ya que el consenso, no fue posible. Los dos casos que señalé refieren: un comediante, que no se inscribió. Lo hemos reconocido como persona a quien no le interesa verdaderamente el país, menos la democracia. No es demócrata. Está bien para él. Cada quien tiene el derecho de ser y pensar como quiere. En efecto, es la auténtica postura democrática:” No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo”.
Vieja consigna, dicha por el gran Voltaire. Probablemente, a quienes les gusta el bochinche y la anarquía, le seguirán complacidos. Allá ellos. No se dan cuenta de la trascendencia del momento. Por otra parte, el colega, amigo y ex alumno Manuel I. Molina, tampoco se inscribió en las primarias. Conociendo un poco al colega, imagino que será el candidato del Partido Comunista. Eso es respetable, ha debido -es mi opinión- inscribirse para demostrar que su pensamiento ha evolucionado y es demócrata; lo que le ratificaría el liderazgo y ampliaría su visión. ¿Qué se hace? Son divagancias de una anciana. Pretendo ver el mundo con ojos de ahora; sale mi antigua percepción de situaciones y momentos. Insisto, la participación en las primarias es un esfuerzo ciudadano, colectivo y demostrativo de cómo los venezolanos añoramos y queremos la democracia.
La enorme cantidad de venezolanos en el exterior casi 8 millones, participaran en la medida en que se den cuenta de la trascendencia del hecho. Si se logra vencer el desánimo- gane o no su candidato- el triunfo es de la democracia venezolana. Elegir a quien acepta el reto y el desafío de actuar contra este régimen nefasto por la vía civil, democrática, pacífica y constitucional, es una demostración más del crecimiento del ciudadano, en medio de este terrible desastre. No hay que encerrarse en quien es el elegido/a, en esta situación, es más importante el proceso que el resultado. Estoy segura. La participación civil y electoral es el logro de un desarrollo democrático. Por favor no olvidarlo. Véanlo así: Cada vez que tengo la posibilidad de expresar mi opinión, estoy contribuyendo con la libertad de pensamiento y de expresión. Transmito con mi acción la democracia viva.
De eso se trata. Reflexionar al respecto, tomar consciencia de que, la vida corta, intensa y permite hacer cosas buenas en función de cada uno/a. Eso es vital. Insisto, darnos cuenta de que es lo trascendente y qué lo adjetivo. ¡Dios nos guíe en el camino!