8May2024
Opinión
Nuestros vecinos

De formación democrática, crecí amando a los países bolivarianos y en particular a Colombia. En mi escuela, adorada y añorada: Experimental Venezuela, nos enseñaron hasta el himno de los países hermanos. Ingenua de mí, creí por años que el amor era general y recíproco. Tuve un primer impacto cuando una enorme migración de Colombia se vino a Venezuela, durante el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez.En efecto, mucha gente aquí protestaba por el trato que se les daba, por los puestos que tenían y además se ensañaban hablando mal de los colombianos. Conocí a las muchachas que venían para asistencia doméstica. Había de todo, como en botica: hubo maravillosas e inolvidables por cuanto contribuyeron decididamente a que pudiera estudiar y trabajar, ayudándome con mi familia; otras, dejaron malos recuerdos.El otro gran impacto lo sufrí, cuando pisé tierra colombiana por segunda vez. Había estado en Cúcuta de compras y todo me pareció, chévere. Después fui invitada a un seminario-taller sobre Diseño Curricular para Escuelas de Comunicación, en Villa de Leyva, cercano a Bogotá. Escuché- por primera vez y de viva voz- el menospreció de colegas periodistas contra el Libertador Simón Bolívar. Me di cuenta de que existía un importante grupo de gente, en Bogotá, especialmente. Algunos no querían ni siquiera oír el nombre de Venezuela. Me sorprendí mucho. Luego en mi

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