Como es costumbre del venezolano, la época decembrina y Año Nuevo se recibe teniendo en la casa “corotos nuevos”, sin embargo, en los últimos años para la población compuesta por adultos jóvenes se ha vuelto cada vez más difícil adquirir enseres y electrodomésticos para su hogar.
A menos de 80 días para el 2023, hombres y mujeres de la mencionada población recorren los distintos negocios para comparar precios y comprar lo que «haga falta».
Muchos de ellos, jóvenes solteros o que recién forman una familia, comentaron que quieren seguir la “tradición”, aunque para ello deban sumar aguinaldos, quincenas, bonos y hasta los ahorros, para comprar en temporada navideña cualquier artefacto de utilidad.
Sin embargo, el alto costo de los enseres, equipos electrónicos y mobiliario para el hogar, en su mayoría importados, superan el monto de un salario mínimo.
Por lo que, si deciden, por ejemplo, hacer la compra de un aire acondicionado cuyo costo es de 220 dólares, requerirían de 13,75 salarios mínimos para poder adquirirlo, lo cual, «en teoría», supondrían imposible.
Considerando que ya, a la fecha y por el incremento constante del dólar, el salario mínimo pasó a ser de 16 dólares, a una persona que devenga salario mínimo no le alcanzaría todo un mes de trabajo para adquirir, por lo menos, una licuadora económica. Para esta acción, ameritaría de un salario y medio, y más, para hacerlo.
Por lo que, ante tanto desbalance, estos adultos jóvenes no solo reúnen con todo lo mencionado el monto a pagar, sino que hacen los “esfuerzos que sean necesarios” para compensar el dinero que pudiera faltar ante lo que requieren comprar.
Al respecto, realizó un sondeo rápido para determinar cómo hace un adulto joven para comprar, actualizar o reponer algunos de los bienes muebles y utensilios, indispensables para el desarrollo de la vida diaria.
A este comportamiento, se le añaden las “ayudas” de familiares en el extranjero, siendo la remesa, por lo general, la cuota que más suple los gastos a la hora de reunir el dinero para pagar lo que se desea o necesita comprar, en este sentido.
En tal sentido, Carlos Briceño manifestó que, “recibo dinero de mis hermanos que están afuera, y yo trabajo por mi cuenta. Tengo aplicaciones que me pagan por usarlas. Aprendí intercambiar monedas y cobro por eso, de allí es que puedo comprar”.
Por su parte, María Valentina Franco, comentó que los «están bien accesibles todavía. Voy a comprar lo que necesito con una plata que tengo reunida”.
Entretanto, Doriannys Salazar, manifestó estar comparando precios, «buscando los de buena calidad. Todavía están accesibles, y como trabajo por mi cuenta busco encontrar calidad y buenos precios”.
A juicio de Einker González, explicó “yo puedo darme “el lujo” de comprar porque trabajo por mi cuenta. Soy freelance, haciendo tareas online, jugando en la red… cambio monedas de cripto por bolívares, y cobro un porcentaje por eso. Fui ahorrando durante un tiempo y hoy puedo comprar los que quiera. Voy por una freidora y una licuadora, por ahora”.
Cabe destacar que los adultos jóvenes consultados no dependen de un empleo formal, de una quincena; por lo que, los precios que muestran los productos, los perciben como «accesibles»
De tal manera que esta juventud consultada, se vale de ingresos que obtienen laborando de manera independiente, mediante trabajo remoto, inversión y transacción en monedas virtuales, resolviendo tareas de manera online, y haciendo traducción, tutoriales, e incluso, generando ingresos mediante videos cortos usando las aplicaciones de Tik Tok y Kwai.