He reflexionado, casi a diario, sobre el problema que expongo. Pretendo se entienda y lo metabolicen con rapidez. Consciente, por cuanto, como mucha gente de este amado país, he sido reactiva. Aprendí, con el paso de los años, a no ser tan cuestionadora, menos que dar un tiempo protector” para dar respuesta a las cuestiones que se presentan a lo largo de los días. La rapidez al responder no era, definitivamente, lo mejor, tampoco, lo más sano. Voltaire decía qué, respuestas y argumentos le venían a la mente cuando iba por la escalera.Afirmaba entonces, que tenía el “espíritu de la escalera”. Muchos lo consideran lamentable; la vida me ha enseñado: pensar y tomarse un tiempo, antes de responder es preferible y más seguro. Eso hago ahora. Toda esta perorata surge al ver al régimen en sus estertores. Si, en etapa terminal. Por otra parte, un sector importante de la llamada oposición democrática, enloquecida, desestabilizada, desorganizada; otro, con ideas claras.También mucha gente confundida, algunos iracundos y violentos, sin ninguna disposición al diálogo; otros cansados de estas rabias, dimes y diretes, ruina y desesperación. Un sector, convencidos de la necesidad de dar oportunidad a la civilizada, imprescindible, interacción comunicacional. Existen radicales. Sueñan con la venganza. Es terrible y no aceptan ningún tipo de aproximación, ni vinculación entre venezolanos que han aceptado al