Sin duda alguna en esta Semana Santa monaguenses renovaron su fe, confiando ciegamente en el Ser Supremo y que ante la vulnerabilidad por la pandemia del covid-19, no somos autosuficientes ni invencibles tanto por cualidades, virtudes o riquezas. El virus no mide distinción social, política o credo para arrebatar la vida de muchos que han resultado contagiados.
Pese a que la Semana Mayor se centra en el Triduo Pascual, es decir jueves, viernes y sábado; el miércoles marcó un antes y un después tanto en Monagas como en todo el país, el cual se rindió a los pies de Jesús El Nazareno para implorar el cese de la pandemia que ha enlutado a muchas familias en la patria consagrada al Santísimo Sacramento del Altar.
Por medidas de bioseguridad los templos cerraron, las celebraciones con feligresía fue suspendida, así como el recorrido de la imagen de El Nazareno sin devotos. Sacerdotes de algunas parroquias eclesiales sacaron la imagen a pasear por lo sectores de las comunidades más cercanas a los templos, una por tema combustible y la de evitar aglomeración de creyentes.
La imagen del Verbo sufriente salió al encuentro con un nuevo carente y urgido de Dios, a su paso en una camioneta, desde el más pequeño hasta el más adulto caía de rodillas ante El Limonero del Señor. Familias enteras se postraban para rogar por el milagro que todos esperamos, el cese de la enfermedad.
“Tú eres el Bendito, el Hijo de Dios. Bendícenos Señor y sanamos de esta enfermedad. Estamos cansados de tanto sufrir”, exclama una señora de edad avanzada con gruesas lágrimas en sus mejillas.
Al igual que ella, muchos levantaban sus manos al cielo, como el pueblo Hebreo para obtener la victoria. A las afueras de sus casas colocaron altares con Biblias, rosarios, velas y una imagen santa para esperar el paso de Jesús para que bendijera sus hogares.
Ramos de diferentes plantas ornamentales se apreciaban en rejas, muertas y ventanas, un signo del inicio de la celebración de la Fe Universal. La pasión, muerte y resurrección del hijo del Dios.
Mujeres con niños en brazos elevaban las criaturas vestidas de morado en forma de penitencia y gratitud hacia Cristo por los favores concedidos o en oración por alguna intención. Todos clamaban a viva voz “Señor una palabra tuya bastará, ten misericordia”.
Familias enteras postradas para orar junto al sacerdote de la catedral, quien guiaba la procesión, las Ave María y Padrenuestro se escuchaban armónicamente en todas la calles de la ciudad.
Con rosarios en mano, el arma de los cristianos católicos junto a la Palabra, mujeres le ofrecían rezos a El Nazareno. Frente a las clínicas, madre e hija lloraban orando ante la imagen pidiendo su intercesión.
La visita sorprendió a muchos, emocionados lloraban por la presencia de Dios en ese momento. Entendían los médicos, quizás cansados de batallar, que Dios y Jesús, junto al Espíritu Santo se encontraban de guardia con ellos.
La ciencia no ha cegado su mirada, la cual está fijada en el Maestro, con las del cántico cuaresmal “fijos en las manos en su Señor, esperando su misericordia”.
Familia de pacientes contagiados por el covid-19 se postraron en las aceras del hospital central. Desde los balcones, ventanas, pasillos y jardines, médicos, enfermeros, personal de seguridad y de personal de la sala covid-19 salieron al encuentro de Jesús, orando juntos para romper cadenas de maldiciones y enfermedades que los agobian, así como poner la familia en manos del Galileo, el Hijo de David.
Personas con condiciones de espectro autismo también oraron a Jesús en la plaza Piar, “Señor tu sangre tiene poder, derrámala sobre el mundo y disipa el virus”.
Lo mismo ocurre en los municipios como Caripe dónde en vehículos recrearon los cuadros vivos de la representación de la pasión.
Llegado el jueves donde Jesús se entrega en cuerpo y alma, fieles continuaron la transmisión de las actividades a través de Tu Preferida 104.5 FM, las iglesias se convirtieron en templos, donde familias y comunidades enteras siguen de cerca los ritos de la fe cristiana.
No tener miedo porque Dios no nos ha dejado solo, ha sido la frase más pronunciada por Samael Gamboa, párroco de la Catedral de Maturín, para alentar a los fieles que también oraban este jueves día de la Institución del Sacerdocio, oraban para los presbíteros de la Diócesis de Maturín.
La misa es la más larga, inicia este día y culmina el sábado por la noche con la vigilia de resurrección. Este viernes en los templos no solo reina el silencio de la ausencia de fieles, sino por acompañar a Jesús en su oración en el huerto de Los Olivos y por su muerte. La celebración denominada “paraliturgia” porque es el único día donde no se celebra misa, es presidida por Monseñor Enrique Pérez Lavado, pastor de la Iglesia en Monagas.
Los altares lucen vacíos, Jesús ha sido llevado al sepulcro y el silencio reina en las Iglesias Domésticas, expectantes para la celebración de la resurrección del Señor y junto con él, el fin del mal que azota a la humanidad, no solo el covid-19, sino, la indiferencia, la soberbia y la falta de caridad.
Fotografías: Uriel Ascanio y Omar Padrón