Diversos estudiosos en la materia de paz y prosperidad, entre ellos médicos, psicólogos, educadores, coaches, entre otros, afirman y confirman con la experiencia y la práctica, que todo lo que se alcanza en esta vida es gracias a lo que pensamos.
Y, aunque la situación que pudieras estar pasando sea muy ruda, es, en parte, consecuencia de cómo piensas, y así, se lleva en “piloto automático” la vida; la cual te está – o nos está- costando, poniendo el riesgo la prosperidad que te mereces, y con ella la salud y la felicidad.
Por esta razón, diversos autores coinciden en que, poniendo en práctica los siguientes ejercicios, puedes sincerarte y alcanzar niveles de conciencia que despierten en ti lo que realmente quieres atraer y obtener, pero sobre todo, que te brinde la paz mental que tanto requieres. En consecuencia, puedes hacer:
El ejercicio de la escritura, preferiblemente a lápiz o bolígrafo, te ayuda a descargar el cerebro de todas esos pensamientos que te hacen quejarte, o te deja ver los desafíos con los que estás luchando.
Escribir es una terapia que ayuda a liberarte y a despejar tu mente de las preocupaciones existentes. Escribe, al menos, por 30 minutos, diariamente.
Deja de seguir en las redes sociales a amigos, familiares, conocidos y hasta desconocidos que no te hacen sentir con valor, o te hacen sentir menos. Hay momentos en que es necesario alejarse del mundo virtual y atender la realidad propia, física, la del “aquí” y del “ahora”. Por lo tanto, disminuye el uso de la tecnología, sobre todo de las redes sociales y de las páginas de noticias.
El ejercicio para fomentar la respiración cerebral y comenzar un buen día haciéndolo. Por este motivo, es imperativo que sea lo primero que realices cuando amanezca, antes de levantarte de la cama. Respirara mejor y bien nos hace oxigenar el cerebro. Eso se traduce mayor inteligencia, autocontrol y paz. Házlo desde hoy hasta siempre.
¿Cómo hacerlo? Comienza el ejercicio respirando regularmente, luego disminuyen la velocidad, concentrándote en llevar respiraciones profundas, llenando tu vientre y dejando que esas respiraciones salgan lentamente por tu boca.
También puedes hacerlo alternando los orificios nasales; cierras un orificio e inhala profundamente. Ahora, destapa el orificio y deja salir el aire. Repite el ejercicio alternando los orificios nasales, respirando profundamente.
Es el momento de saber si llevas cargas que no te corresponden. debes preguntarte: ¿hay alguna relación muerta en mi vida a la que me esté aferrando?, ¿qué aspectos de mi vida puedo mejorar eliminando acciones que no traen ganancia en ningún sentido?
Realiza una lista y corta con la situación, sin pensarlo dos veces.
El orden que tiene tu entorno también ayuda al orden mental. Nos ayuda a evitar las distracciones y a aumentar la productividad al mismo tiempo que simplificamos nuestras actividades y comenzamos a disfrutar con consciencia plena.
Si ves que es demasiado para ti, busca ayuda con las amistades, si realmente te aprecian, valoran este acto por ti.
Deja de procrastinar. Demorar en “hacer las cosas” en su justo y preciso momento solo genera cansancio, decepción, y más ganas de no hacerlo. Asume de una vez por todas que tienes realizar. Divide lo que tengas que hacer en partes, y cúmple una a una cada parte. A la final, recompénsate lo que has realizado.
La oración tiene poder terapéutico, practicarla ofrece tranquilidad de porte y se refleja en el rostro de quien la practica. No importa que sea de cualquier religión: católica, evangélica, musulmana…, lo importante es que te conecta con ese “Ser dador de Vida” que te transmite paz.
Esta acción fue corroborada por el Centro Médico Rabin (Israel) y publicado en el British Medical Journal. En él se constató que la oración produce cambios significativos en la evolución de una enfermedad, hasta tal punto que repetir una plegaria ayuda a la relajación, a la vez que reduce la presión arterial y los ritmos metabólicos, cardíacos y respiratorios. La oración, sana.
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