Uno de sus principales objetivos era vivir en comunidad para escapar de la soledad, uno de los problemas a los que se enfrentan muchas personas cuando van envejeciendo.
«A medida que envejeces, la tendencia acaba siendo a estar más aislado», le dice uno de los responsables del proyecto, el economista Norival de Oliveira, de 60 años, al periodista de BBC News Brasil Vinícius Lemos
«Este tipo de comunidad tiene precisamente el objetivo de generar más convivencia social y no permitir que las personas mayores sean dejadas de lado».
Junto con su socio, el arquitecto Ricardo Pessoa, de 62 años, Norival buscaba alguna forma de hacer que el envejecimiento fuera menos solitario.
Los dos investigaron algunos conceptos ya adoptados en otros países y quedaron encantados con lo que se conoce como cohousing (traducido en español como covivienda o vivienda comunitaria).
Este es un estilo de vida comunitario en el que las personas tienen sus propias casas, pero comparten varios espacios colectivos.
El concepto surgió en la década de 1970 en Dinamarca y comenzó a adoptarse en otras partes del mundo.
Estas comunidades suelen estar formadas por grupos que tienen algún tipo de afinidad, como por ejemplo personas que tienen en común el deseo de vivir juntas en la vejez.
En Reino Unido por ejemplo, en el norte de Londres, funciona uno de estos proyectos integrado exclusivamente por mujeres mayores de 50 años.
Y en España (solo por dar otro ejemplos) hay diversas iniciativas de vivienda comunitaria en marcha con el objetivo de promover la convivencia, la solidaridad y el cuidado de las personas mayores, para evitar que padezcan una soledad involuntaria.
En 2019, Norival y Ricardo conversaron con sus amigos sobre la creación de una comunidad con otras personas del mismo grupo etario.
«Preparamos material sobre el tema y llamamos a 13 de nuestros amigos más cercanos para tratar de poner la idea en práctica», cuenta Norival.
Sin embargo, la mayoría de ellos decidió no sumarse al proyecto por motivos económicos o personales. Sólo otros tres, además de Norival y Ricardo, continuaron apostando por la idea.
Ambos decidieron buscar más personas que encajaran en el perfil que trazaron para el cohousing, como tener más de 50 años y querer vivir en una comunidad.
«Lo abrimos al público en general porque nos dimos cuenta de que, en el fondo, no podía ser sólo con los amigos que ya conocíamos», explica Norival.
«De hecho, necesitábamos encontrar personas que tuviesen afinidad con esta forma de vida». Así, la comunidad llamada Bem Viver (Buena vida) ganó nuevos residentes, que descubrieron el proyecto a través de comentarios de conocidos o en internet.
Las redes sociales ayudaron a dar a conocer la iniciativa y a atraer a más personas interesadas,especialmente durante el momento más álgido de la pandemia de covid-19.
En el perfil de Instagram de Bem Viver, Norival comenzó a publicar sobre el proyecto. Esto atrajo a mucha gente curiosa y también a quienes estaban realmente interesados en la propuesta.
Cada candidato pasó por un período de prueba interactuando con otros residentes para aprender más sobre el proyecto. Y el candidato sólo podía optar por vivir en la comunidad si contaba con la aprobación de los demás.
Para integrar el proyecto hay una parte fundamental: contar con recursos económicos que ayuden a sostener la idea. Cada residente paga inicialmente una cuota única, que corresponde al pago de su parte del terreno, y luego paga la construcción de la casa.
«Algunos ya tenían ese dinero ahorrado y planeaban utilizarlo de alguna manera durante esta etapa de vejez, pero también había gente que vendía casas en la playa o departamentos para participar», explica Norival.
Los creadores del proyecto estiman que el costo de construcción de cada casa podría superar los US$100.000 además del precio del terreno, un valor que podría hacer la idea inviable para muchos jubilados.
Por otro lado, quienes logran hacerlo lo consideran una inversión para tener una vejez saludable, afirma Norival.
El grupo buscó terrenos en ciudades del interior del estado de Sao Paulo. Querían estar en una zona verde, pero también cerca de infraestructuras con comercios, espacios de ocio y hospitales.
Tuvieron en cuenta ciertos criterios, como no estar muy lejos de la capital y que fuera un sitio con mucho contacto con la naturaleza.
A finales de 2022, encontraron el lugar que consideraban ideal: un área verde, de alrededor de 63,5 mil m², dentro del perímetro urbano de Mogi das Cruzes, un municipio de Sao Paulo.
Con el terreno comprado, comenzaron a buscar un profesional que se encargara del proyecto arquitectónico.
El concepto de vivienda comunitaria es defendido por los expertos como una forma de promover la salud mental de las personas mayores.
Marisa Fumanti, jubilada de 66 años, vio a su madre sufrir la soledad durante su vejez. «Ella se sentía muy sola y me exigía bastante al respecto. Pero yo trabajaba mucho, así que al final no lograba acompañarla tanto», le dice a BBC News Brasil.
Cuando sus propios hijos se fueron de la casa, Marisa y su pareja se dieron cuenta de que había llegado el momento de cumplir su sueño de vivir en una zona rural.
La pareja compró una finca en el interior de Sao Paulo. Sin embargo, Marisa dice que las cosas eran demasiado pesadas para compartirlas sólo entre la pareja.
En 2021, la jubilada recibió un llamado de Norival, a quien había conocido años antes en un curso, para formar parte de Bem Viver y aceptó.
«Desde que tenía 30 años, siempre quise vivir en una comunidad, pero no tenía idea de que existía el cohousing«, explica.
«Trabajé en el campo de la educación toda mi vida y siempre entendí que la capacidad regenerativa del hombre está en lo colectivo, por eso siempre lo he buscado».
Los futuros residentes de Bem Viver viven actualmente en diferentes ciudades, mientras el proyecto no está listo. Aun así, ya se consideran grandes amigos y suelen verse en persona con frecuencia para interactuar y hablar del proyecto, comenta Marisa.
Fuente: BBC Mundo
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