Las condiciones económicas que atraviesa el país requieren la urgente necesidad de incorporar en cada una de las etapas del proceso educativo de nuestros jóvenes asignaturas o programas de formación financiera, con el propósito de educarlos para cambiar los patrones de consumo, ahorro e inversión y ayudarles a tomar decisiones financieras más acertadas. Esto se puede lograr si comenzamos revisando como estamos formando a nuestros jóvenes en el uso adecuado de sus finanzas personales.
Para ello es necesario incorporar en el proceso de enseñanza aprendizaje tópicos relacionados con planificación financiera, tasas de interés, crédito y ahorro como una forma de comenzar a dar los primeros pasos en esta temática. Por supuesto, debe ser abordada de manera sencilla y pedagógica con ejemplo e ilustraciones de la vida cotidiana que impactan el presupuesto familiar.
Al mismo tiempo, las perspectivas financieras se han vuelto más complejas pues el efecto del covid-19 ha originado que las familias tengan una mayor obligación por su propio bienestar financiero, pues el flujo de ingresos ha sido afectado significativamente por las condiciones y restricciones necesarias para contener el avance de la pandemia, por lo tanto debe existir una adecuada planificación en el uso de los recursos disponibles con el propósito de reducir los riesgos y el efecto que este puede producir en el patrimonio familiar.
Ante esta realidad, es necesario que los entes gubernamentales evalúen y diseñen políticas publicas dirigidas a la educación financiera de la población, como una estrategia para mejorar el conocimiento financiero y desarrollar mejores prácticas en todos los estratos de la población.
De este planteamiento surge entonces la necesidad de iniciar una campaña de concientización publica con respecto a finanzas personales utilizando las redes sociales, programas de radio, medios de comunicación, ente otros. En este orden de ideas, citando a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en su documento OECD/Legal/0461 señala en sus recomendaciones que debe entenderse como Alfabetización Financiera: una combinación de conciencia, conocimiento, habilidades, actitudes y comportamientos financieros necesarios para tomar decisiones financieras sólidas y, en última instancia, lograr el bienestar financiero individual. Como puede notarse cualquier programa de educación financiera requiere de una integración necesaria entre todos los actores para logra su propósito.
Por otra parte, los ciudadanos han tenido que adaptarse de manera acelerada a las soluciones digitales en sus transacciones financieras las cuales ofrecen seguridad y bajo costo. Entre ellas tenemos banca por internet y sistemas de banca móvil pero no toda la población sabe aprovechar estas tecnologías, allí la importancia de mantener de manera permanente una educación digital efectiva para adaptarse a esta transformación digital y allí nuevamente surge la importancia de la educación financiera como un instrumento de apoyo a la población para entender la crisis y superarla.
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