Una mujer camina con una vestimenta azul, similar al uniforme de una enfermera por las calles de Maturín, se sienta en las escaleras de la Catedral de Maturín con su mirada totalmente perdida, un muchacho camina y camina, sin rumbo fijo. Todos nos hemos encontrado en diferentes oportunidades con personas con evidente trastorno mental en la ciudad. Este domingo que se celebra el Día Mundial de la Salud Mental, no podemos precisar cuántos de estos venezolanos con evidentes condiciones de demencia están en nuestra ciudad, pero sabemos qué a nivel global, existen aproximadamente 350 millones de personas que padecen depresión, de las cuales un gran número son mujeres.
Los servicios de salud mental han sido los más perjudicados durante la pandemia. ¿Será por eso que ahora vemos más ‘locos’ en Maturín? Nos recomiendan comer sano, o hacer ejercicio, pero a la salud mental le hacemos poco caso. Es un tema tabú, y aún más permanecemos indiferente, en el caso de Maturín caminamos junto a ellos como si nada.
Si acudimos al tecnicismo podríamos decir que los que le llamamos ‘locos’ han sufrido alteraciones de tipo emocional, cognitivo y/o de comportamiento, en las cuales se ven afectadas las emociones, la motivación, la cognición, la conciencia, la conducta, la percepción, la sensación, el aprendizaje o el lenguaje. Los que padecen enfermedades mentales se les hace difícil adaptarse al entorno cultural y social en el que viven, con el sufrimiento que eso conlleva.
Hay diversas enfermedades mentales, como por ejemplo la esquizofrenia, los trastornos psicóticos o el trastorno de déficit de atención e hiperactividad (por nombrar algunas), con origen y neurobiología totalmente diferentes, pero lo que mas incide en el mundo es la depresión.
Las mujeres son las ‘más tocadas’
A nivel global existen aproximadamente 350 millones de personas que padecen depresión, de las cuales un gran número son mujeres. Según los últimos estudios, el número de mujeres que sufren depresión es más del doble que el de hombres, aunque aún se ignora por qué esto es así. Seguramente en más de una ocasión hemos pensado que estábamos deprimidos cuando hemos atravesado algún momento vital difícil, pero la depresión es algo diferente a los cambios normales de estado de ánimo o a periodos cortos de tristeza desencadenados por acontecimientos puntuales.
La depresión es un trastorno mental que se caracteriza por la presencia persistente de tristeza y una pérdida de interés en actividades que las personas normalmente disfrutan, acompañadas de una incapacidad para llevar a cabo las actividades diarias. Todo ello durante un periodo prolongado de tiempo.
Cuando los niveles de serotonina disminuyen, aumenta la probabilidad de episodios depresivos. Los fármacos tradicionales como el Prozac basan su acción en impedir que la serotonina se reabsorba por las neuronas en el cerebro. Esto hace que los niveles de este neurotransmisor aumenten y los pacientes mejoren con el tratamiento.
Pese a que parece clara la implicación de la serotonina en los procesos depresivos, algunos pacientes no responden a los tratamientos. Eso hace sospechar la existencia de otros mecanismos que puedan generar depresión. Además, tampoco se tiene muy claro por qué se ven alterados los niveles de este neurotransmisor.
Aunque la depresión es una enfermedad cada vez más presente en la sociedad, hay buenas noticias. Incluso los casos más severos de depresión pueden ser tratados. Dado el origen cíclico de las depresiones, un tratamiento temprano puede ayudar a que no haya episodios recurrentes. Tanto los fármacos clásicos como los experimentales tienen como objetivo el tratamiento y no la prevención de la depresión.
Para su prevención, tanto la terapia cognitiva conductual como la meditación han demostrado ser de gran ayuda para mantener una buena salud mental. Mediante la ayuda de psicólogos profesionales, estas terapias ayudan a tomar conciencia de pensamientos irracionales o negativos, a visualizar situaciones de estrés con mayor claridad y responder a ellas de forma más efectiva.
Dejemos de estigmatizar el ir al psicólogo o al psiquiatra. Porque del mismo modo que consideramos normal acudir al médico cuando nos duele una pierna, también es normal e imprescindible acudir a especialistas ante un problema de salud mental.
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