Cada 8 de agosto se celebra el Día Mundial del Orgasmo Femenino, una fecha que nos recuerda la capacidad transformadora de la sexualidad, la oportunidad que nos brinda para conocernos a nosotros mismos y propiciar nuestra propia evolución.
El festejo habría surgido en 2006 por iniciativa de Arimateio Dantas, concejal del pueblo brasileño de Esperantina. Dicen que tenía que compensar a su esposa por algunas “deudas sexuales” y propuso dedicar un día a estimular el placer. En un principio fue cada 9 de mayo, pero después se cambió al 8 de agosto.
Se dice que en Noruega es feriado y en Dinamarca el orgasmo es obligatorio, lo que significa que el hombre que no cumple con satisfacer a su mujer es multado con un año de abstinencia vigilada por una mujer policía.
Esta celebración se dio gracias a la instauración oficial del Día del Orgasmo Femenino en la ciudad de Esperantina, en Brasil. Esta fecha ha empezado a reconocerse a lo largo de los años al conocer la historia.
Hoy se conmemora por décimo año consecutivo, celebración extendida en muchos países del planeta, en una tendencia celebratoria totalmente justificada y comprensible hacia el que quizá sea uno de los actos más extraordinarios de la existencia.
Y si bien la fecha se aprovecha sobre todo para festejarla en la práctica, también es posible aprovecharla para reflexionar sobre el orgasmo (y, en general, sobre nuestra sexualidad)como una práctica que se construye día a día, que de algún modo requiere reflexión al mismo tiempo que nos otorga conocimiento sobre nosotros mismos. Puede decirse que la mujer conoce una parte sumamente importante de sí durante el orgasmo, conocimiento que no podría obtener de otra forma.
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