Hablar del Covid-19; el virus Chino, el coronavirus o como se le quiera llamar, es hacer referencia al miedo, al desconsuelo, al temor, la tristeza y en el peor de los casos a la muerte. Nadie habla de la vida, nadie hace referencia al hecho de volver a una “nueva vida”, de una oportunidad para seguir hacia adelante, de renacer o muy simbólicamente, de resucitar.
“El 91% de los pacientes Covid-19 en Venezuela se han recuperado” así lo dijo recientemente la vicepresidenta Delcy Rodríguez, en una alocución nacional y frente al Presidente Nicolás Maduro. Y lo hizo al referir que si existe una marcada línea de recuperación de pacientes, que muchas veces no se dice y que en otros tantos casos se desconoce.
Esto es una buena nueva para muchos, una esperanza para otros tantos, pero una cruda y fuerte realidad para casi el 80% de ese 91% que según el Ejecutivo Nacional se recupera.
Garantizar la vida de un ser querido exige “un morral de real”. Así se expresó Luis Márquez, mientras hacia una larga fila en una farmacia ubicada en pleno corazón de la ciudad de Maturín en el estado Monagas, en esa misma Venezuela que refleja un 91% de recuperados.
“Señora, escuche que busca Meropenen, yo no sé cuántas farmacias recorrí para encontrarla un poco más económica. Mi esposa la necesitaba, gracias a Dios ya salió de esa pesadilla, sinceramente le digo que para salvar a un ser querido en estas circunstancias, se necesita un morral de real. Los precios de esos medicamente uno los ve inalcanzables” expresó mientras se limpiaba sus ojos, y expresa “esto que nos está pasando es terrible”.
Y es que los precios de los medicamente, aunque son reflejados en bolívares soberanos, al hacer la conversión a dólares nos reflejan altas cifras para un país golpeado, severamente, por la hiperinflación y fragmentado el hambre y la necesidad.
Aunque son muchos los esfuerzos hechos por entes gubernamentales y Organizaciones No Gubernamentales, de quienes se sabe hacen incuantificables compras de medicamentos insumos y equipos, definitivamente es el servicio público y la caridad de la gente lo que viene salvando a una buena parte de ese 91% de recuperados.
En Monagas, recientemente el Ejecutivo Regional en voz de Yelitze Santaella hizo la compra de unos 35 mil dólares en medicamentos, que además tuvieron que ser localizados en el occidente del país y trasladados con gastos adicionales.
Algunas ONGs ligadas a la iglesia Católica y Evangélica también han hecho significativos aportes, pero la ayuda no es suficiente, y es casi común o normal ver estados de whatsapp o historias de Instagram, con hasta 10 servicios públicos por contacto telefónico. De diferentes personas, con edades distintas, algunos conocidos, otros no, algunos profesionales e inclusos autoridades, médicos y hasta altos ejecutivos.
Medicamentos, dinero, transferencias Zelle, pago móvil, compra de comida y proteínas, oxígeno, bombonas vacías, oximetros y hasta una cama para terapia intensiva, se ha dejado ver en pequeños anuncios que la era digital llama flayers, pero que no dejan de ser ese flash que te dice “necesito de ti, necesito de tu ayuda”. Servicios públicos que te marcan el día a día, mientras la vida sigue y oras porque no te toque a ti.
En algunos casos la familia ha vendido la casa, el carro y lo poco que tengan de valiosas propiedades, porque sencillamente les aterra tener que ir a un hospital. Hacen hasta lo imposible por pagar una clínica privada que, en el más leve de los casos, supera los 45 mil dólares por la atención y la posibilidad de salir ileso de lo que llaman crisis.
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