De momento, tres variantes se consideran «preocupantes» según la denominación oficial de la Organización Mundial de la Salud (OMS): las detectadas primeramente en Inglaterra, en Sudáfrica y en Japón (pero en viajeros procedentes de Brasil, de ahí su nombre común de «variante brasileña«).
Paralelamente, hay una segunda categoría de «variantes de interés«, cuyas características genéticas potencialmente problemáticas obligan a vigilarlas. La OMS cita tres, registradas inicialmente en Escocia, Estados Unidos y Brasil.
Pero circulan muchas otras, que la comunidad científica trata de localizar y evaluar para eventualmente incluir en alguna de las dos primeras categorías. Todas estas variantes están clasificadas por familias: según las mutaciones que han adquirido, ocupan un lugar preciso en el árbol genealógico del virus de origen: SARS-CoV-2.
La aparición de variantes es un proceso natural, ya que un virus va mutando con el tiempo para garantizar su supervivencia.
«Más de 4 mil variantes del SARS-CoV-2 han sido identificadas en todo el mundo«, según los servicios de sanidad británicos. Aunque «la mayoría no tiene ningún impacto en términos de salud pública«, subraya la OMS. La clave está en el tipo de mutaciones que adoptan.
Por ejemplo, las variantes inglesa, sudafricana y brasileña comparten una mutación denominada N501Y que podría convertirlas en más contagiosas.
Y las variantes sudafricana y brasileña tienen otra mutación en común, la E484K, que reduciría la inmunidad adquirida por una infección pasada –por tanto, con una posibilidad mayor de reinfección–, o bien mediante una vacuna.
Los nombres oficiales de las variantes son muy técnicos y no hay ninguna armonización internacional: por ejemplo, la variante inglesa se llama 501Y.V1 o VOC202012/01 y pertenece a la familia B.1.1.7.
Existe un consenso científico sobre el hecho de que las tres variantes «preocupantes» son más contagiosas.
Pero este se basa solamente en datos epidemiológicos: los científicos analizan la velocidad a la que se propagan y deducen hasta qué punto son más contagiosas. Por lo tanto el resultado depende también de otros factores, como las restricciones que se aplican en los territorios analizados.
Por ejemplo, basándose en varios estudios, la OMS juzga que la variante inglesa es entre 36% y 75% más contagiosa.
Pero, ¿por qué determinadas variantes parecen ser más contagiosas?
«Hay varias hipótesis: puede que la carga viral sea más elevada, que la variante penetre más fácilmente en las células o que se multiplique más rápidamente«, declara a la AFP Olivier Schwartz, responsable de la unidad Virus e Inmunidad del Instituto Pasteur de Francia.
Investigadores de la Universidad de Harvard plantearon otra hipótesis para el caso de la variante inglesa: la infección podría durar más que la del coronavirus clásico y por lo tanto prolongar el periodo de contagiosidad de un individuo.
Según un estudio publicado el 10 de marzo en la revista médica ‘BMJ’, la variante inglesa es 64% más mortal: por cada 1.000 casos detectados, esta provoca 4,1 muertes, frente a 2,5 para el coronavirus clásico.Por otro lado, basándose en varios estudios, la OMS estima que la variante sudafricana «aumenta un 20% el riesgo de morir en el hospital«.
Varios estudios in vitro apuntan que la variante inglesa apenas altera la eficacia de las vacunas, al contrario que la brasileña y la sudafricana, debido a la mutación en común E484K.
Sin embargo, que se reduzca la eficacia no significa que dejen de ser del todo efectivas.
Además, estas investigaciones se centran solamente en la respuesta del organismo tras la vacunación, es decir, en la producción de anticuerpos: «No evalúan otros tipos de inmunidad potencial, como la actividad de los linfocitos T y B«, la denominada inmunidad celular, destaca el experto Anthony Fauci, que asesora al gobierno de Estados Unidos, en un artículo publicado en la revista Jama.
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