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Venezuela

Periodista colombiana describe en un libro migración de venezolanos a Colombia

Todos tenemos un familiar , un amigo entrañable que emigro. De ellos, dos millones están hoy en Colombia, nuestro vecino país

Ernestina Herrera
Redactado por: Ernestina Herrera
Publicado:19 febrero, 20219:56 am
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Periodista colombiana describe en un libro migración de venezolanos a Colombia

Melba Escobar, periodista colombiana define a los venezolanos «súper desprevenidos, súper amables y de una gran generosidad». La comunicadora ha dedicado parte de su trayectoria profesional a describir ampliamente el fenómeno de inmigración venezolana hacia Colombia . Llegue a sus narraciones a través de un amigo venezolano que ahora vive en Montpellier, Francia.

Todos tenemos un familiar , un amigo entrañable que emigro . Ese mismo amigo me dijo «como venezolanos no podemos cargar como un karma la inmensa crisis por la cual atraviesa nuestro país que ha provocado la salida abrupta de de mas de cinco millones de venezolanos» y refirió que dos millones de ellos están en Colombia, de allí la importancia de las opiniones de Escobar.

Como muchos hermanos, Colombia y Venezuela tienen una relación compleja y el éxodo masivo que ha experimentado Venezuela durante los últimos años la ha dificultado aún más. Esta ola migratoria llevó a Escobar a realizar cuatro viajes a  Venezuela para intentar entender lo que ha llevado a millones de venezolanos a abandonar su país..

Primero Caracas, segundo Maracaibo, tercero  San Cristóbal. Y en el último, en febrero de 2020 Caracas, haciendo una parada en Barquisimeto.

El resultado se traduce en un libro que reúne las experiencias de esos cuatro viajes «Cuando éramos felices pero no lo sabíamos» , un libro en que relata su experiencia y hace un repaso de la relación disfuncional entre ambas naciones, que desde hace tiempo mantienen profundas diferencias políticas y sociales.

-¿Qué te llevó a escribir sobre la relación entre Colombia y Venezuela?

-Si uno vive aquí en Bogotá es bastante fuerte la transformación que hemos visto en los últimos años respecto a la migración y yo, como me interesa mucho la realidad colombiana, hasta ahora sólo me había fijado en Colombia. Pero de alguna manera empecé a sentir que es difícil estarse siempre mirando el ombligo sin mirar hacia afuera. La llegada masiva de venezolanos me llevó a pensar en lo cerrados y lo parroquiales que somos los colombianos, y es porque aquí la migración ha sido prácticamente nula.

-¿Crees que el hecho de que Colombia haya recibido tan pocos migrantes históricamente los ha vuelto una sociedad más cerrada?

-Sin duda. Como se burlan algunos amigos míos, las mujeres de Bogotá tienen 50 años y todavía se saludan preguntándose: «¿Y tú en qué colegio estudiaste?». Aquí existen unos rasgos muy cerrados de clase y de identificación el  solo hecho de los estratos (sociales) que menciona alguien en el libro hace que seamos una sociedad increíblemente cerrada y parroquial y eso ha dificultado la recepción de los migrantes. A la vez, creo que Colombia ha sido de los más generosos en la región con los venezolanos, al menos a nivel institucional. Pero sí, es muy extraño que venga alguien. Colombia nunca ha sido un destino migratorio y obviamente ahora tampoco lo es. Los venezolanos realmente llegan porque les toca. Me imagino que la llegada masiva de venezolanos también está generando cambios en la sociedad colombiana. Sí, nos ha empezado a cambiar. Durante la Navidad pasada, no sólo en mi casa, sino en muchas casas de Colombia, ya estaban incorporando el pan de jamón y las hallacas en el menú navideño.

-¿Piensas que Colombia y Venezuela son dos países siameses separados después de nacer, como lo dices en tu libro?

-A mí me sorprendió bastante lo mucho que nos parecemos. Sobre todo el Caribe colombiano y el venezolano, porque Bogotá siempre será como un mundo distinto. Colombia y Venezuela son dos países siameses, similares en muchas cosas, excepto en la política. Esa es quizá la principal diferencia, además de la riqueza del petróleo que siempre ha tenido Venezuela y de la guerra en Colombia.

Culturalmente, somos muy similares y tenemos historias muy parecidas. Creo que fijarse en eso es como verse en un espejo de alguna manera y ver las fortalezas y debilidades del uno y del otro. Es una comparación desde la empatía y desde la solidaridad, no con un espíritu competitivo y crítico.

  • ¿Nunca estuviste en Venezuela cuando era «el vecino rico», pero cuál era tu percepción del país desde Colombia?
  • Era clarísimo que era el país rico. La gente siempre llegaba alucinada, hablando de las playas de Margarita, de los centros comerciales y de las avenidas. Siempre hubo una sensación de quizá un poco de envidia, pero también de perplejidad. Siempre hubo una sensación de quizá un poco de envidia, pero también de perplejidad. Uno se decía, ‘qué país tan rico y tan desarrollado y lo tenemos aquí al lado'».

– ¿Crees que puedan haber cambios en Venezuela?

-Pues yo creo que eventualmente va a haber algún gran cambio en Venezuela me parece que lo importante ahora es que tanto Venezuela y todos los países de la región pueden aprender de la lección que nos está dando la pandemia y que no debemos pasar por alto. Vemos que la economía ha empeorado muchísimo, el desempleo ha aumentado, la desigualdad también y los populismos cobran más fuerza. Ante un panorama tan desolador es muy fácil que queramos apostarle a soluciones mágicas, y eso es normalmente lo que ofrecen los populistas. La política ha perdido esa costumbre de pensar en el largo plazo. Pero yo creo que como ciudadanos debemos hacerlo.

– ¿Qué cambios viste en el país ?

-Fui a Caracas a finales de 2019, ya el dólar estaba circulando bastante, pero sí, también me llamó la atención la abundancia que vi en medio de mucha miseria.  Lo de Venezuela es como subirle el volumen a tope a los niveles de desigualdad latinoamericanos. Esto, en el cuarto viaje se hizo mucho más evidente, por la dolarización ya explícita. Se veían incluso restaurantes nuevos, centros comerciales nuevos, bodegones nuevos.

-¿Qué diferencias existen entre los colombianos que emigraron a Venezuela hace algunas décadas y los venezolanos que llegaron a tu país más recientemente?

– Pues puede sonar feo lo que voy a decir, pero una queja que se oye mucho aquí en Colombia es que, cito textualmente, «los venezolanos no están acostumbrados a trabajar». Lo mismo se decía de los colombianos en Venezuela hace años, ¿sabes? Sí, de acuerdo y a eso voy. Creo que justamente la prosperidad que ustedes vivieron tanto tiempo hizo que hubiera unos niveles de bienestar social que hacían que la gente tuviera niveles de trabajo mucho más sensatos. Una queja que se oye mucho aquí en Colombia es que, cito textualmente, ‘los venezolanos no están acostumbrados a trabajar. La principal diferencia es que el colombiano de clase baja siempre la ha tenido muy dura, a diferencia del  venezolano pobre. Uno escucha historias increíbles, como el conductor de bus que se iba de vacaciones a Florida. Había un nivel de bienestar mucho más alto del que aquí hemos tenido. Los colombianos se iban a Venezuela probablemente huyéndole a la violencia, a la miseria, a unas condiciones mucho más duras históricamente y dispuestos a todo. A trabajar por lo que fuera, a hacer lo que fuera.

-¿Qué es lo que más te impresionó de las conversaciones que tuviste con los chavistas que entrevistaste en Venezuela?

La desigualdad de la llamada Venezuela saudita, previa a Chávez, donde se veía a gente que andaba en aviones privados, todos esos multimillonarios que existieron y que todavía existen, generaron mucho resentimiento. Seguro que los gobiernos previos al chavismo eran muy corruptos, como dicen y explican los que saben de eso, pero ahora surgió una nueva clase social chavista con grandes privilegios como la que habia antes

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