El presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, decretó este domingo 08 de enero, la intervención federal de la capital, Brasilia, después de que miles de seguidores del expresidente Jair Bolsonaro invadieran a a la Plaza de los Tres Poderes (los edificios del Congreso Nacional, la Presidencia y el Supremo Tribunal Federal) en una jornada de caos.
Horas después, las autoridades anunciaron que habían recuperado el control de los edificios, llamada Plaza de los Tres Poderes, que, al ser domingo, estaban vacíos en el momento de un asalto que evidencia la tensión política que vive el país en los últimos años.
Los partidarios de Bolsonaro pedían una intervención militar y la renuncia de Lula, quien derrotó a su rival de extrema derecha en las elecciones de octubre.
Lula, que tomó posesión del cargo de presidente el 1 de enero, visitó la zona por la noche. Su ministro de Justicia habló de «terrorismo» y de un intento de «golpe de Estado».
El presidente había anunciado horas antes en Sao Paulo la intervención federal de Brasilia para «garantizar la seguridad pública», y dijo que lo sucedido este domingo «no tiene precedentes en la historia del país».
También ordenó el cierre del centro de la capital, incluida la avenida principal donde se encuentran los edificios administrativos y gubernamentales, durante 24 horas.
Las autoridades brasileñas finalmente desalojaron a los manifestantes de las instalaciones federales y las fuerzas de seguridad arrestaron a más de 400 personas.
«Esto es terrorismo, es un golpe de Estado. Estamos seguros de que la gran mayoría de la población no quiere que se imponga esta oscuridad», dijo el ministro de Justicia, Flávio Dino.
En la madrugada del lunes, el Supremo Tribunal de Brasil destituyó al gobernador del distrito federal de Brasilia, Ibaneis Rocha.
Aunque Rocha se disculpó por no haber podido evitar el motín, el Tribunal consideró su conducta «dolorosamente silenciosa» y lo acusó de haber ignorado los llamamientos a crear un plan de seguridad ante la presencia de los bolsonaristas en las cercanías de los edificios públicos.
Los manifestantes, que se concentraron en la mañana frente al Cuartel General del Ejército, se trasladaron a la avenida Esplanada, donde se encuentran los ministerios gubernamentales y varios monumentos nacionales.
Frente al Congreso, un pequeño grupo de policías trató de detener el avance de los manifestantes con gas pimienta, en un primer intento que no tuvo éxito.
«Estoy aquí por la historia, por mis hijas», dijo a la agencia AFP Lima, un ingeniero de 27 años que participó en el asalto. «Necesitamos restablecer el orden tras esta fraudulenta elección», agregó.
«Voté por Bolsonaro, pero no comparto lo que están haciendo», dijo a la BBC Daniel Lacerda, de 21 años, condenando a los asaltantes.
Decenas de manifestantes accedieron a la rampa que da acceso al Congreso y al Palacio del Planalto -palacio presidencial- y a los alrededores del edificio del Supremo.
Se vieron ventanas rotas y manifestantes caminando tranquilamente dentro del edificio del Congreso. Algunos llegaron a la cámara del Senado, donde saltaron en los asientos.
Horas después, los tres edificios volvieron a estar bajo control de las fuerzas de seguridad.
Las autoridades brasileñas anunciaron que hay al menos 200 manifestantes arrestados.
Muchos comparan este suceso con el asalto al Capitolio de Estados Unidos el 6 de enero de 2021 por parte de los partidarios de Donald Trump, un aliado de Bolsonaro.
Vía Agencias / Fotos cortesía
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