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Cerrando el 2022, Collins English Dictionary eligió su palabra del año, Permacrisis, definiéndola como un “período prolongado de inestabilidad e inseguridad” que así ha sido por largos meses con la pandemia de Covid-19, la guerra en Ucrania, el calentamiento global, la recesión económica e incluso el estallido social en varios países. Policrisis más bien han calificado algunos o crisis generalizada la llamó Hannah Arendt en “Crisis of Culture”.
Permacrisis, policrisis o crisis generalizada, cualquiera de estas palabras aplica a la situación venezolana que afecta a millones de nuestros connacionales durante pronto hará una década.
Mas que insistir en los elementos sobresalientes de nuestra Permacrisis -bajísimos salarios, pensiones de hambre, masiva migración, hiperinflación/inflación, un desastre de servicios públicos, carencias en el sistema de salud- y/o de las causas -modelo político económico fracasado, confrontación fratricida por el poder, sanciones extranjeras unilaterales- es tiempo de dejarla atrás, posible porque concurren nacional e internacionalmente condiciones para si se hace lo correcto sacar a Venezuela adelante.
He reflexionado mucho, consultado a tantos, leído sobre casos de recuperaciones casi milagrosas -Alemania, Japón de posguerra-, de escalamiento vertiginoso de economías nacionales en cortos plazos -Singapur, Corea del Sur, los emiratos árabes, Saudi Arabia-, de un gigante como China, próxima a superar a Estados Unidos como potencia mundial, a la par que sobre nuestras realidades y no tengo ninguna duda que Venezuela puede ser en un mañana próximo un estado de bienestar generalizado, de un sinfín de oportunidades.
Como ciudadano -ni opositor, ni oficialista, ni militante de uno u otro bando- como ciudadano que decidió vivir aquí, trabajar aquí, considero urgente:
1) Hacer una pausa en la confrontación política-partidista por un lapso que se extienda por lo menos entre 12 y 18 meses;
2) Que se reconozca suficientemente, internacional y nacionalmente aquellos que aún desconocen, a las autoridades legítimas de la República, Presidente, Asamblea Nacional, TSJ, Poder Moral;
3) Gestionar de común acuerdo el levantamiento de las sanciones extrajeras de primeras las petroleras y financieras;
4) Devolver a la República el control de los activos incautados;
5) Que el Presidente constituya un equipo de gobierno -ministros, presidentes de empresas del estado- más allá de las filas del hoy oficialismo. Un gobierno de amplitud nacional, con venezolanos y venezolanas de la mas alta calificación, probados y exitosos en la gestión gerencial;
6) Definir un programa de recuperación económica con inclusión social, en el mas amplio consenso, que entre otros objetivos contemple:
a. Incrementar significativamente sueldos, salarios, pensiones y jubilaciones;
b. Priorizar la asignación de recursos para educación, salud y servicios públicos;
c. Estabilizar la moneda;
d. Apertura total de la economía venezolana facilitando y garantizando la inversión privada nacional y extranjera;
e. Privatizar empresas del estado quebradas y/o con desempeños ineficientes y acelerar el proceso de devolución de activos expropiados a sus propietarios originales;
f. Redimensionar PDVSA y potenciar alianzas de variado tipo con multinacionales del petróleo que aporten recursos y tecnologías para aumentar significativamente la producción y venta;
g. Realizar una reforma tributaria integral;
h. Apoyar a todo evento al productor agropecuario nacional.
7) Liberar los denominados presos políticos.
8) Sacar de la agenda legislativa las propuestas del estado comunal.
¿Qué son utópicos por no decir ingenuos nuestros planteamientos hoy? Seguramente lucirán así para aquellos cuyo único oficio sea la política o para los dominados por el odio y las mezquindades pero para los que sentimos a Venezuela en el corazón y deseamos que el futuro sea diferente no hay camino distinto que entendernos y marchar juntos.
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