Desde hace mucho, cualquier estudio de opinión muestra que la gran mayoría de los venezolanos señala que la situación del país es mala o muy mala cargando la responsabilidad de tal al gobierno en ejercicio aunque en los últimos tiempos son bastantes los que opinan que las sanciones económicas extranjeras llevan parte.
En verdad no es necesario leer a Hinterlaces, Datanálisis, DatinCorp y pare de contar para llegar a la conclusión que la crisis agobia a todos por igual y que la demanda es por un cambio para mejor; en la calle, en las colas, en el mercado, en cualquier “taguara” diría mi abuelo, la lloradera –con razón- es generalizada y el deseo de que pase “algo” que permita salir de esta situación es común.
Donde las cosas se hacen diferentes es en el “algo” porque de la boca para afuera, o de los dedos que es más por el imperio de las redes, las proclamas escalan en beligerancia pero al tocar tierra más de uno se vuelve “buche y pluma” y espera que otros hagan su parte para que Venezuela sea otra.
Y cuando se trata de manejar realidades es que la brecha se ensancha: los que están afuera quieren sangre que naturalmente no será la de ellos ni la de los suyos y los que estamos adentro anhelamos soluciones en paz porque sabemos que exponemos el pellejo de los nuestros. Los que habitan en Narnia, debidamente fondeados por AirTm, no tienen la prisa de los que viven en Catia, El Piñonal, Los Guaritos o Tronconales que esperan mejores salarios, empleos dignos, buenos servicios públicos, eficientes sistemas de salud y educación de calidad para sus hijos así como que estos no se vayan y los que se ha marchado que regresen.
Golpe de estado, magnicidio, invasión mercenaria, marchas y paros, lo han intentado los perseguidores de atajos sin ningún éxito por años dejando de lado lo que en cualquier sociedad civilizada es la oportunidad para premiar o castigar gobiernos: las elecciones.
Bajo el argumento de que no existen condiciones suficientes se ha hecho moda el no participar. Lástima que Chávez que al principio fue abstencionista y por un tiempo remolón a convertirse en candidato –porque no tenía ni un solo representante en los organismos electorales, ni en la alta burocracia estadal ni en ninguno de los poderes públicos, ni acceso a los grandes medios de comunicación, ni “real” y por si fuese poco la ojeriza del generalato y de la embajada del imperio y no digan que no porque bastante que me llamó y hasta visitó el entonces procónsul Maistó para convencerme que había que parar como fuese al otrora golpista- terminaron entusiasmándolo con que si era capaz de convertir el descontento en votos alcanzaría la presidencia como en efecto fue.
Elecciones solo si se cumplen la totalidad de las condiciones que exigimos está muy bien pero es ingenuo. Además, yo que crecí en el barro electoral pero que también he tenido la oportunidad de observar elecciones en otros lares afirmo sin rubor que aquí y allá no hay elecciones 100 % pulcras y transparentes y si lo dudan llamen al +1 561 832 2600, que es el teléfono de Mar a Lago, pidan que le pasen a Mr. Trump y pregúntenle quien ganó las elecciones presidenciales en Noviembre del 2020 en la primera democracia del mundo y si no tienen saldo suficiente métanse en You Tube y oigan/vean el discurso del expresidente hace pocas horas en la sesión anual de la Confederación de Acción Policía Conservadora, celebrada en Orlando, en el cual afirmó: “Tenemos un sistema electoral enfermo y corrupto, estas elecciones fueron manipuladas….”
Que si se puede cambiar, pues claro que sí pero a qué dudar es votando y cuidando los votos. Ahora viendo los encendidos llamados a no votar, sin dar alternativas distintas a que desde el extranjero continúen apretándoles el cuello a los venezolanos, terminamos convenciéndonos que aquí hay unos cuantos que como que no quieren.
Veamos entonces que pasa con las elecciones regionales y locales que por lo demás son obligantes.
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