Los nicaragüenses votarán este domingo en unos comicios con una predecible victoria del presidente Daniel Ortega para asumir un nuevo mandato tras 14 años en el poder, sin mayor competencia, con siete aspirantes opositores encarcelados.
Ortega, quien el jueves cumple 76 años, se apresta a ratificar otros cinco años como presidente, a la cabeza del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y con su poderosa esposa Rosario Murillo (70), candidata a la vicepresidencia por segunda vez.
Su permanencia en el poder no se duda. Ortega, quien gobernó en los años 1980 luego de que la guerrilla del FSLN derrocó en 1979 al dictador Anastasio Somoza, enfrenta a cinco candidatos derechistas, desconocidos y tachados de colaboradores del gobierno.
Así, el foco de la elección en este empobrecido país centroamericano de 6,5 millones de habitantes no es por quién votar, sino si abstenerse o participar.
«Esto no está feo, está horroroso. No se puede hablar porque te llevan preso. ¿Para qué voy a ir? Los que van a votar son los sandinistas», dijo a AFP José, de 78 años, quien respaldó al FSLN por décadas.
Marina Aguirre, de 36 años, vecina del barrio Memorial Sandino, en el oeste de Managua, votará: «Tenemos hospitales y escuelas gratuitos. Mis hijos van a la escuela pública, él (Ortega) se preocupa que cada niño tenga un juguetito todos los años», afirmó.
Unos 4,4 millones de electores están llamados a las urnas, que abrirán a las 07H00 locales (13H00 GMT) para elegir también a 90 diputados de un Congreso que, al igual que todos los poderes del Estado, está bajo control oficial.
Estos comicios se celebran tres años y medio después de las protestas que exigieron la renuncia de Ortega y cuya represión dejó al menos 328 muertos, más de 150 manifestantes aún presos y más de 100.000 exiliados.
Acercándose los comicios, en junio comenzó una ofensiva contra la oposición: fueron ilegalizados tres partidos, detenidos siete aspirantes presidenciales y otros 32 activistas políticos y sociales, empresarios y periodistas, que se sumaron a 120 presos desde las protestas de 2018.
Los detenidos están acusados, según leyes aprobadas a fines de 2020, de atentar contra la soberanía, promover sanciones internacionales, «traición a la patria» o «lavado de dinero», como es el caso de la aspirante opositora favorita, Cristiana Chamorro, hija de la expresidenta Violeta Barrios (1990-1997), en arresto domiciliario.
Ortega es señalado por sus críticos de «nepotismo» y de instaurar una «dictadura». Él acusa a los opositores de «golpistas» apadrinados por Washington.
Desde el exilio, en Costa Rica y otros países, la oposición preparó para este domingo marchas contra lo que califican de «farsa electoral».
En vísperas de la votación, Murillo, única portavoz del gobierno, llamó a participar de la «fiesta electoral» que, dijo, será una «ratificación de la paz».
El gobierno planea convocar a un diálogo, pero analistas críticos estiman que es una estrategia para ganar legitimidad y que no será real con los opositores presos o exiliados.
«No hay que dejarse engañar con cantos de sirena», dijo a AFP la presidenta del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh), Vilma Núñez.
La comunidad internacional, encabezada por Estados Unidos y la Unión Europea (UE), descalificó previamente los comicios por considerarlos no libres ni democráticos, lo que Ortega calificó de «injerencia inaceptable».
El presidente estadounidense Joe Biden, cuyo país al igual que la UE adoptó sanciones contra el círculo íntimo de Ortega, se alista para firmar un arsenal de medidas bajo la Ley RENACER, para aumentar la presión.
La situación en Nicaragua se debatirá esta semana en la Asamblea general de la Organización de los Estados Americanos (OEA), donde podría plantearse la suspensión de la participación del país en el bloque regional.
Analistas advierten que un aislamiento empeorará la situación socioeconómica y disparará la migración, aunque el gobierno augura un crecimiento del PIB del 6% con la inyección de remesas -1.400 millones de dólares de enero a agosto-, créditos internacionales y la no imposición de restricciones pese al avance de la pandemia.
En las calles, muchos no quieren hablar o muestran hastío. «Para esto no hicimos una revolución… para vivir con temor. Las sanciones afectarán al pueblo, él va a ganar esta elección y la próxima», aseguró un comerciante de 65 años, bajo anonimato.
El gobierno acreditó el sábado a unos 200 «acompañantes electorales» y periodistas de países y grupos amigos, que según el observatorio Urnas Abiertas son «militantes sandinistas» extranjeros, que reemplazan la observación internacional de la OEA o la UE y a medios internacionales.
Unos 30.000 policías y militares resguardarán 13.459 mesas electorales que cerrarán a las 18H00 locales (00H00 GMT). Según el Consejo Supremo Electoral (CSE), habrá resultados hacia la medianoche.
Con Información de AFP
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