Lo más doloroso del drama que vive Palestina son los niños. En este trabajo reflejado por agencias internacionales hay muchas historias como la de Loujan, quien tiene 11 años.
Ella es la mayor de tres hermanas y vive en Gaza. Lleva días sin pegar ojo por las noches, duerme a ratos durante el día cuando no escucha bombardeos. Su escuela ha sido destruida y su maestro ha fallecido.
«Sabe perfectamente lo que está pasando. Es pequeña, pero hace todo lo posible para evitar que sus hermanas se den cuenta de lo que estamos viviendo«, relata su madre, Rawan Katari, a Rtve.es.
Rawan misma es otra historia. Está embarazada de tres meses.
«Desde hace unos días siento muchas molestias. Me está afectando el miedo y la ansiedad. Mi marido es médico y sabemos que en cualquier momento puedo tener un aborto«. Viendo las ruinas de este diminuto lugar, confiesa que es mejor no tener hijos.
El primer día de los bombardeos Anuar le explicaba a su hija, de tres años, que era la celebración El-Aid, la fiesta del fin del Ramadán.
«Con cada bombardeo su padre vigila por la ventana y yo aplaudo como si fuese una fiesta. Le he enseñado en el móvil fuegos artificiales para que crea que seguimos celebrando El-Aid«, afirma Anuar.
“Con cada bombardeo aplaudo como si fuese una fiesta. Le he enseñado en el móvil fuegos artificiales para que crea que seguimos celebrando El-Aid“
En lo que va de escalada bélica de Israel contra el pueblo palestino han muerto al menos 145 personas en Gaza, entre ellas más de 40 niños y niñas, según la última actualización de los datos del Ministerio de Sanidad palestino. Nadie descarta una guerra abierta. «Esto no ha terminado aún«, ha declarado el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. Y las víctimas de este conflicto asimétrico son siempre la población civil.
Las bombas y misiles caen indiscriminadamente sobre civiles en uno de los lugares con mayor densidad de población del mundo. Los gazatíes que tienen menos de 16 años han vivido al menos cuatro guerras.
«Gaza es el peor sitio para ser un niño o niña. Hablamos de una infancia mutilada. Aunque estos enfrentamientos duren días y semanas sus secuelas y su impacto en la vida de los niños es de por vida«, asegura David del Campo, director de Cooperación Internacional de la organización Save The Children.
«No hay un lugar seguro en Gaza. No tenemos a donde escaparnos. Tengo tres niñas pequeñas y voy a intentar aguantar en mi casa. Me ahogo cuando veo tanto fuego por la ventana. Estamos esperando la muerte«, describe Rawan, con la voz de sus hijas jugando de fondo. De repente se queda en silencio y sube el sonido de las noticias: «Están dando los nombres de los menores que han fallecido«.
Más de la mitad de la población en Gaza es joven. La organización que lucha por los derechos de la infancia denuncia que se está poniendo la infancia en el punto de mira: «Los ataques aéreos dirigidos a civiles tienen una clara intencionalidad y es ir contra inocentes. La comunidad internacional tiene que exigir un alto el fuego para frenar la escalada bélica«.
Anuar tiene 25 años, ha nacido y crecido en Gaza. Ha vivido varias guerras. Ella es el ejemplo que confirma que no solo no conoce vivir en paz, sino que no sabe qué le espera en el futuro. «Me marcó mucho la guerra de 2008, tenía 13 años, fue cuando realmente entendí la crudeza del lugar donde vivo«. Anuar considera que lo peor de ser joven es no poder soñar. Es una condena.
«No hago planes de futuro. Vivo cada día, solo me preocupa comer y dormir. No tengo trabajo y no tengo un futuro«, lamenta. Reconoce que llora cada vez que cae una bomba. Intenta informar y compartir en las redes sociales lo que ocurre. «En internet veo el mundo y me doy cuenta estamos en un infierno y que no podemos salir de aquí«, asegura.
Gaza es un territorio que, por un lado, se enfrenta a un bloqueo por tierra, mar y aire por parte de Israel y, por otro, a las restricciones del vecino Egipto. «Nosotros hemos asumido que vamos a morir aquí. No tenemos derecho, como los demás jóvenes del mundo, a viajar«, insiste Anuar. Recuerda que Naciones Unidas ha afirmado en varias ocasiones que la población en la Franja «no puede circular libremente«.
Mohamed tiene 37 años. Es padre de 3 hijos. La más pequeña tiene ocho años y se esconde en el baño cada vez que escucha cómo cae un misil.
«Se encierra y me dice ‘te abro la puerta si quieres venir conmigo, pero yo no quiero salir de aquí'», asegura en una llamada con Rtve.es. Es abogado y director de la asociación Hanan. Llevan años trabajando con la infancia en Gaza.
«Hasta ahora estábamos inmersos con las medidas en las escuelas del covid-19 hasta que llegó esto«, asegura. «Estoy partido en dos. Por un lado, con la asociación tenemos que ayudar a todos los menores y las familias que se han quedado sin casas. Pero por otro lado estoy refugiado en mi casa sin poder salir e intentando distraer a mis hijos«, denuncia. Les ha elaborado un plan de deberes y juegos sin salir de casa.
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