El nombre científico de la seta es ‘Amanita phalloides’, y es difícil distinguirla de una comestible, pero puede causar graves daños hepáticos y renales y, en algunos casos, la muerte. El caso es que su sombrero contiene un conjunto único de toxinas que impiden a las células crear proteínas, lo que acaba provocando la muerte celular y el fallo de los órganos si se consume, según recoge National Geographic.
Según Milton Drott, especialista del Departamento de Agricultura de EE.UU., es posible que sean estas toxinas las que han permitido que la población del ‘hongo de la muerte’ se extienda por todo el mundo, sirviendo de defensa contra los nuevos depredadores que encuentra en su entorno.
Los expertos advierten que, aparte de su aspecto poco atractivo, la seta venenosa no huele de ninguna manera en particular y no delata su peligro. Además, las toxinas que contiene son extremadamente estables al calor y no se destruyen con la cocción, a diferencia de otras setas, que solo son peligrosas si se consumen crudas.
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