La cacería en algunos sectores populares en Maturín se ha convertido en el resuelve de un importante número de familias de extrema pobreza o que están integradas hasta por 10 y 12 personas.
Este método para conseguir la proteína del almuerzo, el alimento más fuerte y sólido en la dieta de cualquier persona, se debe a los altos costo de la carne de res y de cerdo, así como también del pollo y pescado en los supermercados y mercados periféricos.
Aunque pareciera una actividad de sobrevivencia, el bajo salario que percibe un trabajador de la administración pública, obliga al jefe de casa a resolver el pan del día a día.
En Los Bajos de Santa Mónica, Santa Elena, Las Cocuizas, La Pica y zonas rurales de Boquerón, las cuales cuentan con una densa vegetación por las riberas del río Guarapiche, se ha vuelto común observar algunos jóvenes y adultos mayores de 40 años esperando que aparezca una iguana o una rabipelado en los árboles para cazarlo.
«Sabe a pollo, aunque es un poco gomoso pero tiene buen gusto», contó un hombre en los Bajos de Santa Elena de Las Cocuizas, quien llevaba una iguana amarrada de las patas lista para matarla.
El ciudadano se identificó con el nombre de Félix y vive en una humilde pieza. Está desempleado desde dos años y resuelve cuando le llega la bolsa del CLAP.
«Es cuestión de saber prepararla, hay que guisarla bien para evitar que caiga mal, hay que matarle cualquier bacteria que pueda tener», relató el hombre de aproximadamente 50 años.
Explicó que los pocos bonos de La Patria que recibe a través del carnet del Gobierno no rinde para comprar un kilo de carne y mucho menos un pollo, el precio de este último ronda entre los 10 millones de bolívares el kilo en diferentes local comercial.
Una historia similar se repite en la zona rural de Santa Inés, donde una familia de tres personas consiguió un reptil para comer.
«No es algo que deseamos hacer, pero salimos al monte para ver qué conseguimos. Hay quienes lo preparan y queda buenísimo», contó un señor que desde su juventud practica la cacería.
A medida que el dólar comenzó a subir de precio, los costos de la carne de ave y de ganado se fueron por las nubes, desde entonces se comenzó a observar en los diferentes abastos las ofertas de hígado y carapacho de pollo, vísceras, cabeza y patas de ganado.
En el mercado de Los Bloques este tipo de proteína era la que mayor demanda tenía. Al momento de la compra las personas disponían del Monedero de la Patria para cancelar; comentaban aprovechar el bono y de rendir el dinero.
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