La acumulación de basura tiene a Maturín sumida entre fuertes hedores, zancudos y ratas, representado de esta manera un riesgo ambiental que pudiera desencadenar en graves enfermedades en la población.
Para el ingeniero agrónomo, experto en temas ambientales y profesor jubilado de la UDO Monagas, Víctor Otaholla, el tema de los desechos sólidos “es la maldición del siglo XXI” que afecta no solo el medio ambiente, sino que vas más allá, en lo social porque hay mucha gente comiendo de la basura y de salud pública.
Otaholla explica que el problema es una cadena de eventos que comienza en el depósito de basura en cualquier esquina, avenida y plaza de la ciudad. Esta es esparcida o regada por los animales teniendo contacto con agua negras, además del proceso propio de descomposición de los desperdicios.
“La gente sale y pone la basura donde puede. No hay ley, ni control y mucho menos un horario para que las personas saquen la basura. Ni los camiones se ven pasar”, expresó.
El experto en el tema ambiental asegura que, como consecuencia de los basureros, se producen enfermedades que afectan directamente a los niños y personas de la tercera edad.
“Hay quienes dejaron de preocuparse por eso y para las autoridades ya la basura no es un tema de prioridad. No tienen interés en resolverlo”, agregó.
Por este motivo Otahola añade que se produce la quema de los desechos sólidos hasta las calles del centro de la ciudad, situación de la que no escapan los sectores populares.
El ingeniero y profesor jubilado de la UDO, Victor Otahola, comentó también la actual situación en la que se encuentra en principal relleno sanitario del estado Monagas.
Dijo que “mafias se apoderaron de Potrerito, mucha gente vive de la basura y son quienes deciden quién entre o no al vertedero a las afueras de Maturín”.
“Ya no es un relleno sanitario desde que las máquinas se dañaron, ahora es un vertedero que se quedó sin capacidad. En los rellenos se hace la clasificación y no ocurre en Potrerito solo lazan la basura y no hacen una fosa para ella”, señaló.
Foto: Uriel Ascanio