Por tradición, durante la Semana Mayor se sustituye el consumo de carnes rojas por pescado, una acción de penitencia durante el Jueves Santo y Viernes Santo, cuando se conmemora el sacrificio de Jesús en la Cruz.
Una sana costumbre, además, ya que el pescado es un alimento fuente de proteínas, ácidos grasos (omega-3), de vitaminas B12, B6, minerales como el selenio, el magnesio y calcio. La Organización Mundial de la Salud (OMS), recomienda tenerlo presente en la dieta al menos dos veces por semana.
Para que se cumplan los efectos benéficos del pescado es necesario que se cumplan las normas de conservación y que el producto mantenga su frescura. En tal sentido, al momento de comprarlo se debe tener en cuenta la apariencia, olor, color y textura.
Si se trata de pescados enlatados, es preciso verificar que el envase no presente hendiduras, abombamientos ni óxido, chequeando la fecha de vencimiento y permisos sanitarios.
Las condiciones de salubridad de la pescadería es un aspecto a considerar, así como la forma de preservación de los pescados. El olor es una alerta inequívoca.
Una vez frente al producto, es importante considerar los siguientes aspectos:
Tomar en cuenta estas sugerencias le evitará situaciones desagradables que pueden atentar contra la salud.
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