José Gregorio Hernández Cisneros fue un médico, científico, profesor, filántropo de vocación católica, y franciscano seglar venezolano, declarado beato por la Iglesia católica. Ha sido venerado por hispanohablantes alrededor del mundo, su canonización está en marcha.
El 29 de junio de 1919 en horas de la tarde, José Gregorio Hernández salió a la esquina de Cardones a atender a una enferma, pero no pudo llegar porque fue atropellado por Fernando Bustamante, un joven mecánico de 28 años de edad, dueño de un Essex, en la esquina de Amadores, La Pastora, Caracas.
El doctor Hernández cayó y se golpeó la cabeza contra el filo de la acera, lo que ocasionó una fractura en el cráneo. De inmediato, Bustamante lo recogió y lo llevó al Hospital Vargas. En ese momento, al llegar al centro de salud, no se encontraba ningún médico, entonces fue a buscar a Luis Razetti.
Cuando arribaron al hospital, se encuentran al sacerdote capellán Tomás García Pompa, quien le informó que Hernández había fallecido. Razetti firmó el acta de defunción, dicha acta apuntaba que además de la fractura de la base del cráneo certificada, tenía una ligera herida en la sien derecha, y un morado en la misma sien.
El 26 de octubre de 1864 nació en el pueblo de Isnotú, estado Trujillo, José Gregorio Hernández, uno de los personajes venezolanos más destacados de los últimos tiempos y recordado no sólo por sus valiosos aportes al campo de la medicina, sino también por su calidad humana y su dedicación para atender a los enfermos más necesitados.
El pueblo de Venezuela lo considera uno de sus santos más extraordinarios, pues consagró su vida al cuidado de los pobres y a quienes necesitaron de él.
Son muchos los testimonios los que le atribuyen milagros y curaciones sorprendentes, por eso desde 1940, el Vaticano comenzó a estudiar el caso del doctor José Gregorio Hernández y en enero de 1986 el papa Juan Pablo II le asignó la jerarquía católica romana de Venerable, antepenúltimo escalón en el camino de la santidad.
Pasaron décadas para que el anhelo de millones de católicos venezolanos se viera cumplido: el viernes 30 de abril de 2021 se realizó la beatificación del «médico de los pobres”.
La declaración como beato se oficializó en una celebración encabezada por el nuncio apostólico de Venezuela, Aldo Giordano. En esa ceremonia, a la que asistieron otras autoridades eclesiásticas, se leyó un documento aprobado por el papa Francisco, quien respondió así a una solicitud elevada por el cardenal venezolano Baltazar Porras.
Pasó toda la infancia en su pueblo natal, donde su padre tenía negocios y una posición económica humilde pero estable. Sus primeros estudios los realizó en el Colegio Federal de Varones de Trujillo (actual Liceo Cristóbal Mendoza), y a los trece años se mudó a Caracas a estudiar bachillerato en el Colegio Villegas. En esa institución se graduó de bachiller en filosofía en 1884.
El 24 de junio de 1888 se graduó de médico en la Universidad Central de Venezuela (UCV). El entonces presidente, Raimundo Andueza Palacios, le otorgó una beca para estudiar microscopia, histología, bacteriología, patología y fisiología en París, donde también adquirió equipos científicos para la UCV.
A su regreso a Venezuela en 1891, el presidente Andueza Palacios decretó la creación de los estudios de histología, fisiología experimental y bacteriología en la Central y los puso a cargo de Hernández. Esta fue la primera cátedra de Bacteriología en América del Sur, y fue en ella donde Hernández introdujo a Venezuela el microscopio y la enseñanza de su uso y manejo.
Los siguientes años, Hernández se dedicó a la docencia e investigación, y como miembro de la Facultad de Medicina de la UCV, el 7 de abril de 1904 asumió el Sillón No XXVIII como miembro fundador de la Academia Nacional de Medicina. En 1906 publicó su trabajo más importante, Elementos de Bacteriología, y en 1909 fue nombrado profesor de la cátedra de Anatomía Patológica Práctica.
Muchos creyentes acuden al santo a través de la oración: ¡Oh Señor Dios mío, que todo lo puedes!, y que habéis acogido en tu seno a vuestro amado siervo José Gregorio, que por vuestra gran misericordia le diste el poder de curar a los enfermos en este mundo, dadle, Señor, la gracia de curarme, como Médico Espiritual, mi alma y mi cuerpo si ha de ser para tu gloria. Te pido esto, ¡Señor Dios mío!, en nombre de tu amado Hijo, quien nos enseñó a ORAR diciendo: “Padrenuestro…”.
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