Migrantes, en su mayoría venezolanos, cruzaron desde hace días la frontera mexicana hasta llegar a la ciudad de El Paso, en Texas, al sur de Estados Unidos.
Esta decisión la tomaron por el fallo judicial que pone fin al Título 42, la ordenanza aprobada por el expresidente Donald Trump en marzo de 2020 para regresar a México a los solicitantes de asilo de forma inmediata, escudándose en la pandemia de coronavirus.
Sin embargo, el magistrado que promovió dar fin a este decreto, aceptó la petición del Gobierno estadounidense de aplazar esta propuesta cinco semanas, hasta el 21 de diciembre, para que las autoridades migratorias puedan preparar la transición.
El Departamento de Seguridad Nacional declaró en un comunicado que «la gente no debería escuchar las mentiras de los traficantes que se aprovechan de los migrantes vulnerables, poniendo sus vidas en riesgo. La frontera está cerrada y seguiremos implementando nuestras leyes migratorias en la frontera».
En el caso de la mexicana Ciudad Juárez, los indocumentados, de mayoría venezolanos, escucharon esta propuesta y al día siguiente empezaron a cruzar.
Algunos de ellos dejaron sus casas de campaña que tenían a la orilla del Río Bravo, lo que ocasionó que autoridades mexicanas empezaran a levantar aquellas que estaban vacías.
Uno de los migrantes que aún sigue en el lugar es Edixon Sierra, quien declaró a la agencia EFE que «estos días hemos tenido incertidumbre, tenemos miedo que en cualquier momento lleguen las autoridades, nos quiten de las carpas y nos puedan deportar».
Abundó que «cada país tiene sus leyes y lo que pedimos es que nos dejen un momento para seguir aquí en lucha, queremos una oportunidad del Gobierno de Estados Unidos para que nos permitan trabajar».
Otro caso es el de Alejandro Marcano, también de origen venezolano, quien comentó que «unos compañeros tuvieron la valentía y cruzaron a EEUU. Yo estaba a punto de irme, pero lo pensé. Después se supo que a varios de ellos los estaban regresando por Tapachula, Chiapas y Tabasco».
«Yo tengo miedo de que nos alejen de aquí, no es fácil, hemos cruzado siete países, vamos a esperar al 22 de diciembre a ver qué nos dicen las autoridades, a ver si podemos cruzar», agregó.
En algunas ocasiones, varios de los indocumentados hacen fogatas para cocinar, o bien, para tener un poco de calor ante el frío que se vive en la zona, un clima al que ellos no están acostumbrados.
«Seguiremos vigilando la zona y vamos a tratar de convencer a los migrantes que vayan a otro lugar para que se refugien, les puede pasar una hipotermia o si hacen una fogata se puede generar un incendio, continuamos trabajando y creemos que vamos a lograrlo para que se resguarden», comentó al respecto el director de Protección Civil de la mexicana Ciudad Juárez, Roberto Briones.
Algunas casas de campaña tienen cartón por fuera que dice «ocupado», ya que tienen que moverse de su lugar de resguardo y lo apartan para que no sea ocupado por alguien más o destruidas por las autoridades.
Las casas de campaña austeras, están cubiertas en algunos casos con cobijas y sostenidas con palos, como protección ante las bajas temperaturas de la región.
A pesar de que varios indocumentados partieron a Estados Unidos, se estima que hay alrededor de 200 de estas moradas que los protegen de las inclemencias del tiempo y aproximadamente mil refugiados, quienes seguirán en espera de cumplir el «sueño americano».
Los inmigrantes se quedaron varados en dicha frontera después que el pasado 12 de octubre, el gobierno de Joe Biden modificó la política migratoria para los ciudadanos procedentes de ese país, así como por la determinación de ampliar la legislatura de expulsión fronteriza, regida por la normativa llamada Título 42, y por la cual se comenzó a deportar a ciudadanos venezolanos a México.
Con información de EFE
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