La Pista es el asentamiento informal más grande de América Latina, está ubicado en Maicao, hay miles de venezolanos viviendo en condiciones de pobreza: sin electricidad, sin agua, vialidad y en ranchos.
Una investigación del diario El Colombiano revela que se trata de más 13.000 personas que habitan en el lugar, según las cifras que maneja Acnur.
“Desde hace siete años, las familias comenzaron a asentarse en lo que era el antiguo aeropuerto, de no más de 1.200 metros. Sin embargo, durante la pandemia se presentó una llegada masiva de migrantes venezolanos, colombianos retornados y de acogida —como los indígenas Wayú—, lo que agravó la situación”, reseña el diario.
Explican que alrededor de 500 familias construyeron sus ranchos en ese terreno, que pasó a manos del municipio desde hace más de 30 años, cuando la aeronáutica decidió no renovar el contrato y cerrar definitivamente la pista.
El Colombiano detalla que el número de familias no ha dejado de crecer: en solo un año hubo un aumento de 1.000 y ya son más de 3.000.
Sobre este tema consultaron a la senadora Aída Avello se lleva el tema en la agenda política y ha cuestionado el trabajo del alcalde Mohamad Dasuki.
Indicó que “aunque hay varias organizaciones trabajando, no se ve la inversión en las mejoras de viviendas, la precariedad es extrema y el hacinamiento estremece, ¿dónde está el alcalde?”.
Por su parte, el alcalde Dasuki, explicó que la migración para él ha sido toda una oportunidad para ayudar.
Al tiempo que agregó que “hay que aprovechar porque está llegando plata, dinero internacional que si no fuera por los migrantes, no entraría al país. Están mandando los dólares. Esa plata está circulando aquí y eso beneficia a la comunidad, a todos se les da ayuda”.
El alcalde se enorgullece del Centro Transitorio de Solidaridad, construido en 2021, para atender a esta población.
La prensa local y los medios de comunicación han alertado sobre las condiciones de insalubridad en las que viven miles de personas asentadas en La Pista.
“A simple vista los asentados viven en el cielo, o al menos eso dejan ver las aguas estancadas que reflejan las nubes y la chispa del sol”, reseña El Colombiano.
Uno de los aspectos más preocupantes es que los pozos que habían construido para que funcionaran como un baño colapsaron por las lluvias y la tierra se convirtió en un lago que inunda los terrenos con aguas verdes, negras, llenas de burbujas y mosquitos.
Las condiciones de insalubridad están por doquier. “Todo eso hace que los olores en el asentamiento se confundan: huele a ceniza, a leña, a carbón, a estiércol, a heces humanas, a la alcantarilla que desagua por los lados de los ranchos”.
Con información de Impacto Venezuela
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