Antes de que se supiera que en Perú debería efectuarse una segunda vuelta, los peruanos no sabían muy bien qué resultados esperar. A diferencia de procesos anteriores, no quedaba claro cuáles serian los dos candidatos presidenciales que pasarían a la segunda ronda, etapa necesaria dada los resultados
Ningún aspirante superaba el 10% de los votos, según una encuesta telefónica del Instituto de Estudios Peruanos (IEP) difundida en el diario peruano La República. El sondeo mostraba un empate entre los cinco primeros lugares, ya que las diferencias entre sus porcentajes eran menores que el margen de error del estudio.
Para añadir más incertidumbre al panorama, el sector que parecía agrupar a una mayor cantidad de electores fue el de los que respondieron que no tenían candidato, que fueron el 28% y que decidieron su voto durante la semana o a última hora.
«Cualquier cosa podía pasar», advertía en diálogo con BBC Mundo Milagros Campos, politóloga y abogada de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP).
Esta atomización de la intención de voto y la imprevisibilidad de los resultados carecen de antecedentes en la historia reciente de Perú. «El contexto de crisis sanitaria, económica y política es relevante para entender cómo es que Perú ha caído en esta apatía», explica la politóloga.
Pero el problema no se explica solo por la coyuntura más reciente de la pandemia, que se encuentra en uno de sus peores momentos en el país.
Perú viene viviendo una crisis de partidos hace décadas, pero que se trata más de una «crisis de representación política».
«Los partidos tradicionales, con historia, han dejado de representar a un porcentaje alto del electorado y los partidos más nuevos son tomados por algún político que no tiene partido. Cada elección presentan candidatos diferentes que no se quedan en el partido, lo que le da una imprevisibilidad muy grande al sistema», dice Campos. Ninguno de los partidos logra convocar a grandes masas.
«Los partidos están en crisis cuando se combina la insatisfacción ciudadana y la falta de liderazgo».
La crisis de los partidos «es relativa» y que «no significa que los partidos desaparezcan o que no puedan ser útiles en determinados contextos».
Al problema de los partidos se suma el continuo enfrentamiento entre el Ejecutivo y el Congreso durante los últimos cinco años. En 2016, Pedro Pablo Kuczynski (PPK) ganó la presidencia de Perú, pero tuvo una bancada débil en el Congreso, mientras que la de su rival en las elecciones, Keiko Fujimori, obtuvo la mayoría absoluta. Entre 2017 y 2018, esta mayoría opositora presentó dos mociones de destitución contra PPK y finalmente forzó su renuncia en medio de acusaciones de corrupción por supuestamente haber recibido sobornos de Odebrecht. La pelea entre el Ejecutivo y el Legislativo continuó con el sucesor de PPK, Martín Vizcarra, que también llegó a la presidencia sin mucho apoyo en el Congreso. En septiembre de 2019 disolvió el Parlamento y en noviembre de 2020, el nuevo Parlamento que se había instalado lo destituyó a él. Manuel Merino, el presidente que lo reemplazó, duró cinco días y finalmente asumió Francisco Sagasti, un mandatario de transición.
Como el Estado está «en conflicto permanente», hay una «desconfianza de que la política pueda solucionar los problemas del día a día», dice Campos. Las perspectivas para el nuevo gobierno no parecen muy diferentes, ante la alta dispersión del voto.
Otro asunto que ha golpeado las esperanzas que los peruanos podían tener en la política es la corrupción. Según el Barómetro de las Américas del Latin American Public Opinión Project, de la Universidad de Vanderbilt, EE.UU., Perú apareció en la edición de 2018-2019 como «el país más preocupado por la corrupción», ya que el 36% de los entrevistados la nombró como el problema más importante del país. También fue el país en el que más encuestados, un 95%, «creen que la mitad o más de los políticos está involucrado en corrupción». Para el 61% de los peruanos, el principal problema es la corrupción, según una encuesta de octubre de 2020 de Ipsos Perú.
Además, en febrero se desató el escándalo conocido como «Vacunagate», cuando se descubrió que en octubre, antes de ser destituido, el expresidente Vizcarra y su esposa se vacunaron en secreto meses antes de que empezara la vacunación de la población.
Perú se encuentra en teoría en un momento en el que podría surgir un líder populista, cree Meléndez, a causa del «colapso del establishment político, la desconfianza generalizada hacia la clase política y por un mayor malestar social como consecuencia de la pandemia».
«Se quedan en minipopulistas; le están hablando a un nicho del electorado». «Han segmentado al electorado peruano y dada la fragmentación, han agudizado sus posiciones, por eso es que los extremos se notan más», dice Meléndez . Mientras tanto, Keiko Fujimori y Hernando de Soto quedan como «los defensores del establishment».
«Defienden sobre todo el establishment económico, entonces eso hace que defiendan las reglas de juego y las instituciones vigentes, por lo tanto, eso los convierte en defensores del establishment en su conjunto», opina Meléndez
Pedro Castillo, candidato de Perú Libre a la Presidencia, se ha convertido en la sorpresa de los resultados de la actual campaña. De acuerdo al flash electoral de Ipsos Perú para América Televisión, el profesor ocupa el primer lugar de la votación con 16,8% de los votos válidos. Aunque debido al margen de error del sondeo a boca de urna, que es de 3% aún su pase a la segunda vuelta no está garantizado
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