Aunque Douglas Rico, Director del Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas (Cicpc), ofreció un adelanto de las investigaciones realizadas hasta el momento en torno a la muerte del sacerdote keniano en tierras venezolanas, el dolor sigue intacto en las comunidades indígenas que eran atendidas por el consagrado.
Hasta ahora no existe un informe definitivo, por lo que la población exige se profundice en el acto investigativo debido a que la hipótesis del suicidio no es creíble para los moradores del territorio deltano.
Por ahora ha trascendido que los actos velatorios se pospondrán por algunos días mientras desde la congregación Misioneros de la Consolata se organizan para «tomar una decisión definitiva», afirman sacerdotes de la zona.
Asimismo, dejaron ver la posibilidad de esperar por algunos de los familiares del difunto para darle la cristiana sepultura.
Con relación al lugar definitivo para el descanso del cuerpo del misionero, se pudo conocer que el sacerdote Josiah K’Okal, habría comentado a varios indígenas que lo enterraran en la comunidad warao Nabasanuka, lugar donde el sacerdote habría brindado sus servicios.
El medio de comunicación deltano “Tane tanae”, realizó una recopilación de testimonios de indígenas waraos que conocieron al padre K’Okal y acá compartimos sus impresiones
Mónico Campero, de la comunidad Araguaimujo: “lo que pude palpar de él muy de cerca cuando llegó a mi comunidad, fue su sencillez, humildad, ese mensaje de paz, de amor, de entrega para hacer el trabajo social, el apoyo a las personas que lo necesitaban. Se ganó la confianza del pueblo y dejó un legado que sembró desde el cariño, el amor, el compartir y la solidaridad que debemos tener todos los pueblos indígenas”.
Alexis Medina, de la misma comunidad aseguró que “hablar del Padre K’okal es hablar de un hombre extraordinario, una persona íntegra, jovial, y muy amable. Yo que tuve la oportunidad de conocerlo personalmente, fue mi orientador en mi etapa de catequista en mi comunidad y siempre tenía una orientación, una palabra de estímulo, de fe, de aliento. Le gustaba que la gente fuera dinámica y estimulara a la otra gente al conocimiento de Jesús, a la lectura de la Biblia, a la vida de Jesús. Él se convertía prácticamente en un maestro, en un orientador, siempre con esa amabilidad y esa sonrisa con las que nos trató”.
Bladimir Díaz, de San Francisco de Guayo: “por lo poco que vi del Padre en Nabasanuka, era joven y le gustaba animar a los jóvenes, eran un buen Padre, y un buen deportista junto a otro Padre de Brasil. Eso lo recuerdo cuando íbamos a Nabasanuka a jugar”.
Eira Torres, de Nabasanuka: “desde el primer momento me di cuenta de su inteligencia y el interés de conocer la cultura. Siempre como misionero caminó junto a su grupo de trabajo, y sus conocimientos de inglés hicieron que ayudara al liceo de Nabasanuka en la primera promoción egresada, lo hizo en el área de inglés y lo hizo de forma desinteresada y de manera voluntaria. Fue como una mata de plátano, el sembró, y alrededor de él crecieron otros cogollitos, y hoy por hoy, el liceo de Nabasanuka cuenta con profesores de inglés, que son discípulos de nuestro querido Padre K’okal”.
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