Cuatro hombres dejaron su natal Colombia para venir a tierras orientales venezolanas a cristalizar su más grande sueño de ser especialistas en anestesiología. Estos médicos cuando vieron la oportunidad que les brindaba la Universidad de Oriente núcleo Monagas, no dudaron y salieron con maleta en mano para cumplir este propósito de vida.
Hoy forman parte del postgrado de medicina que lleva adelante la especialista Gladys Aponte, de quien sus residentes tienen un agradecimiento infinito por siempre estar para resolver cada situación que pueda presentarse.
El Hospital Universitario Dr. Manuel Núñez Tovar de Maturín, se convirtió en su nueva casa. Son médicos cirujanos de la Universidad Metropolitana de Barranquilla, en el Departamento del Atlántico.
Aunque son generaciones distintas, vienen con el propósito firme y esfuerzo y para llegar a un nivel más profesional, meta que en su país no pudieron lograr, debido al gran costo monetario que requiere ser un especialista en cualquier área médica.
No fue fácil tomar la decisión inequívoca de viajar a Venezuela y preparase. Los cinco médicos han dicho tajantemente que es una decisión que no cambiarían por nada y alentarán a otros para que vengan y se preparen en Maturín.
“Me sorprendí mucho con el nivel académico que hay en Monagas”, dice tajantemente el doctor Juan Florido Hatum, un joven que aspira ser anestesiólogo lejos de su patria y familia.
“En primer lugar, tuve contacto con unos compañeros que egresaron de acá del postgrado de anestesiología en Maturín, es por ello que decidí estudiar esta especialidad que es difícil. La escogí sencillamente porque somos los ángeles del quirófano», asegura Florido Hatum.
Cada uno viene con una historia diferente y muchas veces complicada, porque han tenido que dejar a sus esposas, hijos, padres y amigos, para venir a la Sultana del Guarapiche.
El residente de anestesiología compara la experiencia de cómo es un postgrado en Colombia y como es realizado en Venezuela.
“Decir la diferencia es complicada porque no he realizado este tipo de estudios allá, pero por lo que conocemos, los residentes comienzan a estar en el quirófano después de los ocho meses, mientras que acá desde que inicias vas conociendo cómo es estar en ese ambiente, además que cuentas con el apoyo de la jefa, de los especialistas y demás compañeros”.
«No es fácil salir de nuestro país para venir a estudiar tan lejos porque son muchos los kilómetros que te separan de tu familia y esto es lo que más no pesa como residentes. Gracias a Dios nos apoyamos para tener esa motivación emocional y familiar que nos hace falta», expresa Florido.
José Rafael Cormanes Pertus, médico residente de tercer año, cuenta parte de la experiencia que le ha tocado vivir durante este tiempo de estudio en Venezuela y como ha tenido que sobrellevar la ausencia de su familia.
“No me arrepiento de haber realizado mis estudios en Maturín, porque aparte de la educación que tenemos acá en el hospital Universitario Dr. Manuel Núñez Tovar de Maturín, tenemos que muchas veces lidiar con la ausencia de nuestra familia, pero tengo más ganas de superarme y llegar a la final de la meta”.
La experiencia, aunque es parecida en cada uno de los médicos de este relato, cada uno la cuenta de manera diferente sin dejar atrás el acompañamiento de la jefa del postgrado, Dra. Galdys Aponte.
“Mi experiencia de la educación en Venezuela es maravillosa porque estamos de una vez con el paciente. En Colombia primero vamos a la teoría y después a la práctica. He visto que en la UDO y en el Humnt salen muchos profesionales para cualquier escenario por su capacidad de aprendizaje en todos los ámbitos de la vida, por eso digo que no me arrepiento de salir egresado de estas tierras hermanas”.
El médico José Rafael Noriega, viajó desde Barranquilla hasta Monagas, a él le tocó dejar a sus tres hijos y su esposa para cumplir un sueño más en su vida.
“Puedo decir que me quedó mil veces con Venezuela, después de recorrer varios países del Cono Sur de América, en ambos países tenemos las mismas culturas, comida, idiosincrasia y en otros aspectos que son importantes, por eso estamos acá”.
Expresa que no han tenido que vivir ningún tipo de discriminación por parte de los pacientes y sus familiares en el hospital central de Maturín, «aquí nos han tratado como en casa».
Cada día este grupo de residentes va venciendo los obstáculos que puedan presentarse. Saben que no es fácil, pero tampoco difícil.
“Primero debes saber que tienes que mentalizarte y enfrentar un sin números de obstáculos porque el aprendizaje no se niega. Muchas veces hay que exprimirlo y cuando ya tienes cierta trayectoria médica, es muy difícil empezar de nuevo a cumplir con las expectativas de otras personas. Me he sentido tranquilo porque las exigencias que me han dado he respondido porque hemos tenido el apoyo de familia y de nuestra jefa, la doctora Gladys Aponte”.
Aunque usted no lo crea, muchos jóvenes colombianos no tiene la oportunidad de seguir con sus estudios como médicos especialistas, debido a un fenómeno que todos conocemos, pero que en esta oportunidad no viene al caso. Lo que sí es cierto es que realizar una especialidad como la anestesiología en Colombia es demasiado costoso y muchos no tiene para pagarla.
Según las estimaciones una universidad pública o privada y dependiendo la región donde esté ubicada, puede llegar a costar cada año de residencia al menos 45 millones de pesos colombianos y es más o menos 15 mil dólares americanos, una cifra que muchos no pueden llegar a pagar, porque además deben tener gastos de alojamiento, comida, y pasajes.
El doctor Luis Eduardo Núñez cuenta que gracias al comentario de su hermano, quien pudo acceder a un postgrado en Venezuela, se motivó y se vino hasta Monagas, a cumplir una meta profesional.
“Mi hermano vino en el 2018 a realizar sus estudios como especialista acá en Venezuela y por eso me motive a venir hasta estas tierras a formarme como especialista y venirme al Núñez Tovar, ya que no es solo una referencia hospitalaria, sino también académica por eso muchos decidimos venir a aprender ya graduarnos acá, somos cuatro colombianos y esperamos salir victoriosos como especialistas en anestesiología”.
Aunque abandonar el barco no está en el pensamiento del doctor Núñez cada día el amor por su familia, por sus amigos y como siempre por llegar con el “título bajo el brazo”, por eso sigue aprendiendo de cada cosa que se le presente y comenta “debemos perseguir lo que anhelamos, la meta profesional y no perder la gran oportunidad que se nos ha brindado”.
No se puede hablar del postgrado de Anestesiología de la Universidad de Oriente, sin mencionar a la que se ha convertido, como dicen sus estudiantes, en “la mamá de los pollitos”, la doctora Gladys Aponte. Aunque es de carácter fuerte y exigente, su amor maternal y cariño por sus estudiantes, no se parece a ninguno.
Los cuatro especialistas con sus cualidades en cada aspecto del estudio, llegan a la conclusión que sin esta destacada profesional de la medicina y docente nada de esto pudiera ser posible. Desde el año 2000 ha luchado porque todo se mantenga y además de estar al pie del cañón cuando la universidad y el hospital de Maturín, lo demanden, aseguran los médicos colombianos.
El convenio de cooperación Andrés Bello firmado por la Universidad de Oriente cumple los sueños de muchos profesionales de la medicina que no tienen en su país de origen la oportunidad de realizar un postgrado en el área de la medicina, y esto debido a múltiples factores, económicos, sociales y políticos.
“He sido la jefa del postgrado de Anestesiología desde el año 2000, con muchos egresados con esta especialidad médica. Al menos en este momento tenemos a estos cuatro residentes distribuidos: uno de tercer año, uno de segundo y otros dos en primer año. Hemos hecho un acompañamiento magistral a cada uno de los extranjeros que vienen a estudiar en la UDO y sus prácticas a realizarlas en el HUMNT”, dice orgullosa la Dra. Aponte.
“La Universidad ha facilitado la atención de estos muchachos porque ellos vienen cumpliendo los requisitos como médicos, pero también deben apostillar su manutención por el tiempo que van a pasar acá en el estado Monagas. Estudiar un postgrado en otro país demanda muchos otros gastos, ya que el estudio y las prácticas son gratuitas”.
Sin el apoyo de cada médico, enfermera, obrero, paciente y su familia, estos médicos no podrían culminar sus estudios. El estudiar lejos de tu familia y de tu tierra puede hacer todo más cuesta arriba.
“Aquí es donde entra en juego el equilibrio porque debemos ponernos siempre en el zapato del estudiante, siempre he tratado de saber que tienen derecho como persona y en este contexto socioeconómico y familiar porque hacer un posgrado exige demanda demasiado y ellos deben saber que es así. Por eso es que tratamos de hacer las cosas para que ellos puedan realizar sus labores como residentes y prestar atención a la familia”.
La Venezuela buena, bonita, pujante y amorosa ha recibido a estos cuatro médicos colombianos como a sus hijos, que donde quiera que vayan, llevan el amor por su patria y por siempre dejar en alto al país. Estos hermanos han recibido el amor de cada paciente, de sus familiares y de cada persona con la que día a día tiene que batallar en los quirófanos del Hospital Universitario Dr. Manuel Núñez Tovar de Maturín.
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