Cuando todos los medios de comunicación hacen alusión a como ha venido creciendo el cáncer de mama a pesar de todas las campañas de socialización, hay algo de lo cual no se habla del impacto intergeneracional de las muertes por cáncer, en parte porque la mayoría ocurren en personas mayores cuando sus hijos ya son adultos. En 2020, sin embargo, más de un millón de niños se quedaron huérfanos por la muerte de sus madres por esta enfermedad, según un estudio del Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés) presentado en el Congreso Mundial contra el Cáncer en Ginebra, Suiza. La mayoría de huérfanos (78 %) se debieron a fallecimientos maternos ocurridos antes de los 50 años, ocurrieron en Asia (49 %) y África (35 %) y fueron por cáncer de mama (25 %) y de cuello uterino (18 %). Ese año, 4,4 millones de mujeres murieron de esta enfermedad.
Una de las autoras del informe, Valerie McCormack, gerente de sucursal del IARC especializada en epidemiología ambiental y de estilo de vida, declara: “Es la primera estimación global de la cifra de huérfanos de madre por cáncer. Nunca se había estimado porque alrededor del 71 % de las muertes por esta enfermedad en todo el mundo ocurren a los 60 años o más, cuando la mayoría de los hijos de padres fallecidos ya son adultos”. Pero esto, desarrolla, solo es así en los estados de altos ingresos. “Los países de bajos y medios ingresos tienen estructuras de población más jóvenes y, por lo tanto, la edad promedio en el momento del diagnóstico y de la muerte es menor, cuando los hijos de padres fallecidos aún pueden ser niños”, diferencia. “Además de que estos países, en concreto, se caracterizan por una supervivencia al cáncer relativamente baja, en todas las regiones del mundo las muertes por cáncer entre los 35 y los 50 afectan más a las mujeres, debido a la alta mortalidad de los de mama y cuello uterino. Así, son los fallecimientos de las mujeres de mediana edad las que a menudo resultan en huérfanos maternos”, señala.
Los huérfanos maternos del cáncer se encuentran, sobre todo, en Asia y África. Groesbeck Parham, oncólogo ginecológico que se mudó de Estados Unidos a Lusaka, Zambia en 2005, para establecer el Programa de Prevención de Cuello Uterino CIDRZ, menciona, preocupado, las consecuencias de la orfandad materna en el país africano: “Los niños que se quedan huérfanos de madre tienen menos probabilidades de graduarse de la escuela primaria. Es más probable que mueran de enfermedades infecciosas de las que las madres generalmente los protegen, como las paperas, el sarampión, la rubéola, el cólera o la polio, pero también de otras cosas como la deshidratación, el hambre o la desnutrición. Y es más probable que abusen sexualmente de ellos miembros de la familia. Todo esto es un problema”. En la misma línea, McCormack, autora del estudio presentado este miércoles, añade: “Los niños huérfanos tienen mayores riesgos de experimentar problemas de salud mental, violencia física, emocional y sexual, y de enredarse en un ciclo de pobreza”.
En opinión de Parham, hay que conseguir que las mujeres entiendan que tienen que hacerse pruebas y cuidarse, porque si no lo hacen no solo se están poniendo en riesgo a ellas mismas, sino a todos los que las rodean. Lo mismo opina Verna Vanderpuye, oncóloga del Hospital Docente Korlebu, en Accra, Ghana: “En África, el cáncer se ha visto siempre como una sentencia de muerte. Y no lo es. Esto es lo que debe aprender la gente. El conocimiento es clave para comprender que una detección y un diagnóstico tempranos pueden salvarte la vida. No solo a ti, también a tus hijos”. Sobre las consecuencias de la orfandad materna, señala: “Al final, en los países africanos, son las madres las que guían a sus hijos, las que los velan. Quedarte sin madre es lo peor que te puede pasar”. Y lanza un mensaje: “Es mejor vivir con un solo pecho y poder cuidar a tus hijos que morir con dos y dejarlos solos”.
“¿Por qué es importante estimar el número global de huérfanos debido a muertes maternas por cáncer?”, se pregunta McCormack. “Porque ayuda a aumentar la conciencia sobre su impacto intergeneracional, destacando las necesidades de reducción de las evitables y las necesidades de investigación para la generación afectada”, responde. Para dar con la cifra —en 2020, más de un millón de niños perdieron a sus madres por esta enfermedad—, se multiplicó el número promedio de hijos vivos ese año por mujer por el número correspondiente de muertes en mujeres para cada país, la edad al morir y el tipo de cáncer.
Si bien es cierto que no existían estimaciones globales sobre este tema, el informe presentado este miércoles se basa en dos anteriores. El primero, publicado en 2020, resolvió que 964 niños se quedaron huérfanos entre 2014 y 2019 a raíz de 795 muertes por cáncer de mama en Namibia, Nigeria, Uganda y Zambia. Además, estimó que por cada 100 muertes en mujeres menores de 50 años hubo 210 nuevos huérfanos.
En cinco países del África subsahariana, el número de niños que se quedaron sin madre debido a las muertes por cáncer de mama superó el número de muertes por esta enfermedad.
En la misma línea, el segundo estudio, también publicado en 2020, descubrió que, en cinco países del África subsahariana, el número de niños que se quedaron sin madre debido a las muertes por cáncer de mama superó el número de muertes por esta enfermedad. Además, en las entrevistas de seguimiento, los familiares expresaron gran preocupación por el bienestar futuro de los niños, por su cuidado, apoyo y educación. “Estas estadísticas, que nos conmocionaron, demostraban que la cuestión merecía nuestra atención”, reflexiona McCormack. La investigadora asegura que, a diferencia de los que han quedado sin progenitores por el VIH/SIDA o la covid-19, los que los han perdido por cáncer “han sido, tradicionalmente, olvidados”.
Un portavoz de Unicef, agencia de la ONU que provee ayuda humanitaria y desarrollo a niños y madres en países en desarrollo, corrobora las palabras de McCormack: “Aunque ayudamos y ofrecemos protección a todos los huérfanos por cualquier caso, debido a la magnitud del problema, nos hemos centrado especialmente en huérfanos por VIH/SIDA y covid-19″. Según sus estudios, el VIH es la causa del 10% de orfandades en el mundo, y unos 10,5 millones de niños han perdido a uno de sus progenitores o a su cuidador principal a causa de la covid-19 desde que empezó la pandemia.
“Antes de poner en marcha programas o proyectos a gran escala, disponer de datos fiables es uno de los principales puntos de partida. Así que, si las estadísticas llegan a confirmar que el cáncer de mama y de cuello uterino es una de las principales causas de orfandad, para Unicef se convertirá en una prioridad”, asegura.
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