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Tengo varias amigas a las que no les gusta el mes de diciembre, tampoco las Navidades, menos el comienzo de la nueva etapa. La nostalgia, nos arropa y resulta difícil para todos aceptar que el lapso transcurrido no volverá y el porvenir no sabemos que traerá. Por supuesto, cuando ha sido una época terrible, como esta de las Pandemias, el problema se hace más fuerte y la angustia es, probablemente mayor. Creo que, remite a una cuestión de la edad, por cuanto para niños y jóvenes es la Navidad y estas fiestas, uno de los momentos gloriosos de la vida. Esperan con gran ilusión los regalos, unas vacaciones llenas de colorido y un ambiente, en general, maravilloso y alegre. Mientras, nosotros, ancianos, viejos, de la tercera edad, como quieran llamarnos es válido, vemos estas fechas entre tristes y asustados. Tristes por la cantidad de ausencias, algunas
definitivas y otras, esperamos que temporales pero ausencia al fin y al cabo; también, asustados por el temor de que, sean estas las últimas fiestas en
donde participemos.
Imprescindible, según mi criterio, tener Fe y Esperanza, también Caridad, para lograr mantener el equilibrio entre la vida física y la espiritual. Vi en estos días una sentencia que me impacto mucho, no recuerdo, donde la leí y tampoco quien es el autor, pero la suscribo totalmente, decía: Se dice que el humano es un ser biológico con una parte espiritual, sin embargo, no es así, es un ser espiritual que tiene un aspecto biológico. Espero haber recordado lo esencial de la oración, para que los amables, consecuentes, contradictorios lectores y seguidores puedan comprender de que va este artículo. En efecto, existe un libro extraordinario, no recuerdo quien es la autora (era una actriz francesa) que se llamó, La Nostalgia ya no es lo que era. Ocurre, en efecto, que al llegar a cierta edad, la nostalgia no es más la misma. Antes, cuando eras joven y sentías nostalgia, confiabas en que volverías al lugar que recordaste con anhelo o, tal vez, como en los sueños, volver a ver a la persona que tanto anhelabas, con el pasar del tiempo. No, no es más así. Por eso la nostalgia a nuestra edad esta tenida de melancolía, que es mucho más profunda y con una tristeza, a veces inexplicable. Muchos contemporáneos dejan salir toda esa nostalgia y tristeza, con lo que entorpecen la alegría de los jóvenes. No debemos caer en esa nostalgia melancólica. Por supuesto, para mí, la única y formidable formula, para superar cualquier tropiezo, es Dios. Solo confiando plenamente en El, dejando a su cuidado, nuestras dudas y angustias, orando y buscando ser cada día una mejor persona, nos alejamos de esa sensación de tristeza y malestar espiritual y recomenzamos la nueva etapa con alegría y certeza de que hemos
hecho lo correcto. A la vez, servimos de aliento y esperanza para esos jóvenes que miran con temor este entorno, lleno de preocupaciones, enfermedades y arbitrariedades que deben desafiar y superar para alcanzar una vida mejor. Si, la nostalgia ya no es lo que era, pero siempre podremos mantener viva la esperanza porque el porvenir sea para nosotros venezolanos, mucho más sano y desarrollado. Nos queda la convicción de ser contribuyentes para que las cosas cambien para mejor.
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