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Daron Acemoglu: si un país no resuelve sus necesidades nunca será libre

No creo que haya una receta fácil para construir la democracia. Creo que todos los problemas de los que hablamos hay que abordarlos al mismo tiempo.

Ernestina Herrera
Redactado por: Ernestina Herrera
Publicado:26 febrero, 202112:11 pm
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Daron Acemoglu: si un país no resuelve sus necesidades nunca será libre

La crisis del combustible, la presencia permanente de un caos por la falta de los servicios públicos fundamentales como el gas, el agua o la luz, la carencia de uno de los aspectos establecidos en nuestra Constitución como la salud; la alimentación y la inseguridad, son sólo algunos de los incuantificables problemas que enfrentamos,  que se nos olvida que América Latina es una fuente permanente de situaciones de conflicto; somos un continente que tiene mucho que decirle al mundo pero como bizarros vamos a la inversa.

En el 2019 nos quedamos sorprendidos con las fuertes manifestaciones en Chile; uno de los países latinos con una mayor estabilidad económica, nuestros hermanos centroamericanos como Guatemala; El Salvador se mantiene en permanente pobreza extrema y con unos índices de inseguridad alarmantes; para hablar de América Latina hemos tomado una entrevista muy interesante realizada al economista  Daron Acemoğlu quien en su  libro «Por qué fracasan las naciones» analiza las razones que llevan a unos países a hacerse ricos y a otros a permanecer en la pobreza.

Daron Acemoğlu, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), se  aleja de la extendida tesis que apunta a factores culturales, geográficos, o educativos como origen de la brecha entre países ricos y pobres en América Latina.

Considera que la brecha comienza en la formación de las instituciones, que en cada país sucedió en un momento distinto y determinaron la senda del desarrollo de cada sociedad.

-¿Por qué algunos países alcanzan la libertad y otros viven en tiranías o autocracias?

-Porque el pasillo que lleva a ella es muy estrecho y para los ciudadanos es tan peligroso un estado fuerte como uno débil. El estado es una parte muy importante en la resolución de conflictos, en proporcionar servicios públicos o ayudar a los desfavorecidos. Pero luego tenemos que mantener al estado y sus élites bajo control. Y eso es parte del desafío.

Considera que «la vida bajo el yugo del Estado también puede ser desagradable, brutal y corta. Cuenta que en 1830, el continente latinoamericano se había librado casi por completo del colonialismo de España y aún así Bolívar se mostraba decepcionado.

– ¿Puede explicarnos por que el Libertador de Bolivia, Colombia, Ecuador, Panamá, Perú y Venezuela era tan pesimista?

-Bolívar  pertenecía al corazón de la élite y su proyecto estaba impulsado por la élite. Pero creo que también se dio cuenta de lo difícil que sería borrar la historia de colonialismo, de instituciones extractivas y de élites que se iban a oponer al desarrollo económico y político de América Latina. Se dio cuenta de que la independencia sola no iba a ser suficiente. Y de hecho, es la historia de América Latina. ,Está bastante claro que, por supuesto, la independencia de España fue un paso importante, pero no cambió mucho las cosas. En algunos lugares, incluso las empeoró cuando fueron las élites locales las que se convirtieron en los nuevos amos explotadores.

– Todavía pudiéramos decir que estamos controlados por lites ?

Esa situación ha durado dos siglos. No de una manera estatista e inmutable. No es que las mismas personas que dirigen México hoy se parezcan a las que lo hicieron en 1820. Se han formado nuevos negocios y han aparecido nuevos líderes, pero el sistema político ha seguido siendo ampliamente extractivo y corrupto. Tenemos  sociedades creadas por un pequeño grupo de élites coloniales para explotar a la gran mayoría de las personas. Hay que luchar contra ese legado histórico para construir la igualdad, para construir la justicia, para construir la libertad. No ha sido un viaje fácil en ninguna parte del mundo. Pero ha sido especialmente difícil en América Latina. Así que no creo que sea sorprendente que Costa Rica sea el país más exitoso en consolidar la democracia y sentar las bases de la libertad. Fue uno de los países en sufrir menos las consecuencias de las élites que sometieron a las poblaciones indígenas y la reprimieron después. Realmente no pasó por las mismas experiencias que vivieron Chile, Argentina, México, Brasil, Guatemala y toda Centroamérica.

Libertad en entredicho

El economista considera que » hoy en día hay una concepción estrecha de la libertad. La gente a veces prefiere definir la libertad como el individualismo especialmente frente al Estado, la libertad de hacer lo que quiera, de pensar lo que quieras. Esta es una parte muy importante de la libertad, pero no creo que sea suficiente. Una persona no es realmente libre si no tiene un estatus social y se siente inferior o tiene miedo de no poder alimentar a su familia. El estado es una parte muy importante en proporcionar servicios públicos, ayudar a los desfavorecidos o en resolver conflictos,. Pero luego tenemos que mantener al Estado y sus élites bajo control. Y eso es parte del desafío.

-¿Puede nombrar un Estado en América Latina que mantenga ese equilibrio entre Estado y sociedad?

-No creo que ninguna sociedad de América Latina haya logrado ese equilibrio completamente. Muchos países han tomado medidas en esa dirección. Uruguay,por ejemplo, después de su historia de dictadura, realmente se ha movilizado y ha hecho que la democracia funcione mucho mejor, pero tiene camino por recorrer. Costa Rica es, en algún sentido la democracia con mejor desempeño en América Latina y, en general, protege bien a las personas. Pero tiene mucho camino por recorrer en términos de lidiar con las desigualdades y otros problemas aún. Creo que Chiletiene algunas de las mejores instituciones estatales en términos de apoyo al desarrollo económico y mantenimiento del orden, etc. Pero, por otro lado, hay niveles muy, muy altos de desigualdad y aún no ha conseguido sacudirse del todo el legado del régimen de Pinochet. De una u otra manera, todos los países tienen sus propios problemas.

-¿Cuáles serían entonces los países de la región con peor equilibrio según su opinión?

-En este capítulo compiten muchos más nombres. Incluso aunque dejamos fuera el Caribe, que incluye obviamente Haití, Jamaica o Cuba, que ya tienen sus propios problemas. Venezuela tiene que estar entre los primeros puestos de esta lista. Se convirtió en un lugar distópico y terrible bajo Chávez, quien realmente hizo más que cualquier otro líder en el pasado reciente para destruir sus instituciones. Pero, ya sabes, si pensabas que eso era lo peor, luego llegó Maduro. Maduro, así como lo hizo Chávez en su día, ha gobernando bajo la figura de Bolívar.

-¿Y el resto de países de la región?

-El Salvador, Honduras y Guatemala, lo han pasado terrible por el colapso de las instituciones estatales y la incapacidad del estado de proporcionar la mínima cantidad de orden o servicios públicos. También tiene que estar en esta lista Nicaragua. El legado de Ortega ha sido terrible.

Las intervenciones de Estados Unidos más el gobierno de Ortega han destruido por completo el potencial del país. Pero también sería negligente si no agregara el país que más ha retrocedido recientemente, que es Brasil. Probablemente Bolsonaro esté justo detrás de Maduro como el peor líder que tiene América Latina en este momento. El presidente brasileño ha hecho mucho para destruir instituciones y polarizar al país y también ha causado muchas muertes innecesarias debido a su total desprecio por el conocimiento científico y los consejos médicos (durante la crisis sanitaria del covid-19).

-¿Qué explica el auge y la caída de la democracia y cómo llega un Estado a la dictadura?

-Esa es una pregunta compleja. Creo que no hay un solo factor que explique el auge de la democracia. Durante mucho tiempo, sociólogos y analistas se sintieron atraídos por lo que yo veo como una teoría no tan exitosa o útil: la modernización. El famoso sociólogo político estadounidense Seymour Lipset, por ejemplo, argumentó que a medida que los países se vuelven más ricos, se volverán más democráticos casi automáticamente. Otros sugirieron que alcanzarían un nivel de educación mayor. Este se convirtió en un punto de vista muy influyente. Pero es profundamente engañoso. Vemos que no existe un vínculo ni directo ni indirecto, entre la riqueza de un país y su nivel de democracia. Arabia Saudita y Kuwait son países cada vez más ricos pero el dinero se concentra en manos de unas pocas personas. No van a volverse más democráticos Y en Chile, desde la dictadura, las empresas empezaron a ganar más dinero y esto ha erosionado su nivel de democracia. La democracia solo puede sobrevivir si la sociedad la exige y la sociedad la protege. Eso es lo que decimos en «El pasillo estrecho».

-¿El sistema económico que elige un país tiene algo que ver con la libertad que logra?

-Sí, pero nuevamente, es una relación más compleja. Algunos economistas de libre mercado, como Hayek y Friedman, establecieron un vínculo directo entre la democracia y el capitalismo. China es una economía de mercado que no está haciendo nada para fomentar la democracia. Y hay otros países que han tenido una estructura basada en la propiedad privada, pero eran tan explotadores y tan desiguales que en realidad no estaban construyendo un sistema democrático liberal.

El economista ve como un problema que en América Latina es que la gente  ve las dictaduras como algo que trae estabilidad. No es la forma correcta de abordar esta cuestión. Pero también, hay un lado que cree que el libre mercado tiene buenos resultados. Pero al final del día, esos sistemas trajeron beneficios para los ricos a expensas de los pobres Chile es el mejor ejemplo de esto. Es uno de los países más exitosos de Latinoamérica pero también es uno de los más desnivelados. Ha mejorado la desigualdad económica pero sigue habiendo mucho descontento tal y como se vio en las protestas de finales de 2019. Porque a pesar de que la desigualdad económica estaba disminuyendo, la desigualdad social no lo hacía.

Se refirió al caso de Colombia donde la guerra dejó un total de 262.000 muertos, 80.000 desaparecidos y 8 millones de desplazados, según datos del Centro Nacional de Memoria Histórica.

-¿Cómo se deben abordar los desafíos que enfrentan las democracias en este momento?

-No creo que haya una receta fácil para construir la democracia. Creo que todos los problemas de los que hablamos hay que abordarlos al mismo tiempo. Hay que mejorar la calidad de la democracia y al mismo tiempo, hay que mejorar la participación de la sociedad en la política. También hay que generar confianza pública en estas instituciones porque de lo contrario la gente no cooperará con ellas, no trabajará con ellas, tratará de bloquearlas. No es imposible, pero es una tarea difícil.

En el caso de Colombia  dice que «los colombianos siguen de espaldas a su verdadera identidad, niegan  lo que son . Tenemos que estar atentos. Tenemos que estar bien informados y tenemos que asegurarnos de echar a los sinvergüenzas.

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