Jugar al Carnaval con agua parece que quedó en el pasado, todo indica que las nuevas generaciones conocen de esa tradición por el relato que reciben de sus padres y familiares.
Hace unos años atrás era muy común caminar con cuidado por sectores de la capital monaguense y poblados de la entidad, para evitar ser mojados por aquellos que se apostaban con baldes de agua para empapar a quien se cruzara en ese camino.
La mayoría de las víctimas eran las chicas, principalmente aquellas “pavas” que lucían sus mejores atuendos. Los hombres tampoco se salvaban de esa diversión que duraba sólo unos cuatro días.
El uso de globos y las conocidas pistolas de agua, abrieron una brecha en la forma de jugar al Carnaval. Los más osados utilizan huevo podrido, tierra e incluso pintura y hasta harina de trigo.
Según lo expresado por la señora Rosa Rodríguez, el jugar con agua le causó problemas a más de uno, “la gente se molesta, no se sabe el estado de ánimo de ellos. También hay personas enfermos y no les gusta que los mojen porque puede complicar la salud”.
Destacó que en la actualidad los problemas de escasez de agua también impiden llevar a cabo esa tradición en honor al rey momo.
Miledys Centeno, otra de las consultadas, aseguró que la tradición se ha perdido con el pasar de los años, “ya no hay el mismo entusiasmo de años atrás, se ha perdido esa bonita tradición, por lo que es necesario rescatarla con creatividad”.
Vale la pena destacar que el jugar con agua, según el historiador Fernando Muñoz, podría tratarse de una degeneración de los rituales de purificación física de la religión católica, como el bautismo. De esta manera el juego con agua habría comenzado a practicarse en las épocas previas a la Cuaresma, es decir en Carnaval.
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