El hecho de que los anaqueles de los supermercados estén abarrotados de productos de la canasta básica y que la creación de bodegones y mini market estén en su mejor momento, pudiera definirse como un mejoramiento económico, sin embargo, la ciudadanía cataloga la situación como un total espejismo.
Explican que la economía sigue igual de difícil y complicada, y que en sus vidas no han ocurrido cambios para bien, o que los beneficie por lo menos para la adquisición de los productos esenciales para una dieta balanceada.
Darse un “gustico” en Maturín, como una pasta con queso parmesano y salsa rosada es cosa de otro mundo, el señor Raúl Ruiz expresó que para ese lujo debe vender una licuadora o el televisor porque 10 millones de bolívares, un sueldo mínimo, no alcanza ni para uno de esos tres productos.
“Estamos igual, aquí no hay mejoría alguna, el Gobierno es quien controla el dólar y nos lleva muertos. Los aumentos los hace bajo cuerda, aquí desde hace mucho tiempo la gente no sabe cómo o cuando ocurren los aumentos salariales”, aseveró el hombre.
Un caso similar vive la señora Petra Díaz, ella tiene una hija de condición especial y su salario, de la administración pública, no le alcanza para cubrir los gastos de proteínas, “compro una salsa de tomate para darle con arroz y pasta a la niña para que tenga un gusto diferente la comida”.
“Ahora hay comida pero no hay con qué comprar, la vida sigue siendo cara, no se pueden costear los gastos de medicinas, consultas médicas, alimentos y mucho menos funerarios” agregó Díaz.
“Si compro una salsa dejo de comprar harina de maíz, por algo más barato como la yuca o el casabe, para variar el menú. En el 2018 vivimos momentos difíciles por la falta de comida y no hay nada de diferencia, ahora mismo puede haber de todo en las vitrinas y despensas de los supermecados pero no hay dinero para comprar, todo es excesivamente caro”, expresó Díaz.
En este mismo sentido Rosa Febres, comerciante independiente, acotó que “aunque trabajo por su cuenta también es complicado darse los gusto de antes cuando éramos ricos y no lo sabíamos. Puedo comprar salsa de tomate y una rikesa, pero eso implica que deje de comprar un litro de aceite para las arepas o freír las tajadas y sardinas, todo exige un sacrificio mayor”.
“Estos sacrificios nos ajusta un poco el bolsillo y la reserva de la nevera, no es que sea un día de comida y el resto de hambre, sino un día al mes de abundancia y el resto de austeridad”.
En un trabajo reciente publicado por el diario El Nacional, los economistas Luis Oliveros y Luis Vicente León opinaron que aunque se pueda apreciar anaqueles llenos, bodegones y farmacias, esto no indica que el país esté bien o mejor.
Los expertos coindicen que en los últimos tres años hubo ciertas acciones económicas que permitieron rescatar el abastecimiento y las estructuras de costos e incremento de abastecimiento y producción.
Ante este escenario, indicaron que el poder adquisitivo de los venezolanos sigue siendo bajo y de poco acceso a los servicios esenciales.
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