
En pleno corazón histórico de Maturín se levanta una joya arquitectónica y educativa, la Escuela Vicente Salias, una institución que ha sido testigo de generaciones enteras de niños monaguenses y de la evolución urbanística y cultural de la ciudad, desde mediados del siglo XX.
Más que una escuela, este recinto representa el paso de Maturín del pueblo semirural a la ciudad moderna.
La edificación que hoy alberga la Escuela Vicente Salias, fue construida en 1950, durante la gestión del gobernador Alirio Ugarte Pelayo, como parte de un ambicioso plan de modernización que transformó la imagen de la capital monaguense. Según explicó Miguel Mendoza Barreto, jefe de la Oficina del Historiador de la Alcaldía de Maturín, esta construcción forma parte del conjunto de edificaciones patrimoniales más significativas de la ciudad.

“Es una edificación de mucha importancia patrimonial. Fue construida simultáneamente con la actual Oficina del Historiador y el Jardín de Infancia Paula Bastardo. Desde el punto de vista arquitectónico, incorpora elementos del estilo Bauhaus y simboliza la modernidad que empezaba a consolidarse en Maturín en la década de los 50”, mencionó Barreto.
Inicialmente, el edificio iba a llevar el nombre de Román Delgado Chalbaud, en honor a un luchador antigomecista de gran relevancia política. Sin embargo, con el paso del tiempo, se decidió honrar al médico, poeta y prócer independentista Vicente Salias, autor de la letra del Himno Nacional de Venezuela. El cambio se consolidó en los primeros años de funcionamiento del plantel.

La Escuela Vicente Salias, abrió sus puertas oficialmente entre 1953 y 1954, bajo la dirección del maestro Rafael Nicolás López. En ese entonces, contaba con seis docentes y una matrícula de trescientos estudiantes, una cifra significativa para la época. El plantel se convirtió rápidamente en uno de los principales centros educativos de la capital monaguense.
Desde sus inicios, fue reconocida por su excelencia académica y su compromiso con la formación integral de los niños y niñas de Maturín. Su cuerpo docente, comprometido y ejemplar, marcó el inicio de una tradición educativa que aún perdura en la memoria de la comunidad.
Con el paso de las décadas, la Escuela Vicente Salias, no solo mantuvo su función educativa, sino que también fue reconocida oficialmente como parte del patrimonio histórico y arquitectónico del municipio Maturín.
En 1986, una disposición municipal la incluyó en el listado de edificaciones protegidas y posteriormente en los años 90, fue incorporada en el Catálogo del Instituto de Patrimonio Cultural, ente adscrito al Ministerio de Cultura, que vela por la conservación y preservación de estos bienes.
Ya en 2004 la Alcaldía Bolivariana del Municipio Maturín reafirmó su valor histórico al declararla patrimonio municipal, junto con otras edificaciones icónicas del casco central, como la Casa de Cultura, el Liceo Miguel José Sanz, la Catedral Nuestra Señora del Carmen y la Casa de Gobierno.
Ubicada dentro del eje histórico que conforman la Avenida Bolívar y el Paseo Libertador, la Escuela Vicente Salias, se integra visual y simbólicamente al llamado “túnel vegetal”, uno de los paisajes urbanos más característicos de la ciudad.
“El solo hecho de observar la estructura de la Vicente Salias, revela el tránsito de Maturín hacia la modernidad. Estas edificaciones representan el momento en que la ciudad dejó atrás su imagen semirural y comenzó a pensarse como una urbe moderna”, detalló Mendoza .
Pese a las modificaciones urbanas que se realizaron en décadas pasadas como el “encamisado” que ocultó parcialmente su fachada original la escuela conserva su valor arquitectónico y sigue siendo motivo de orgullo para la comunidad maturineses.
Hoy la Escuela Vicente Salias continúa cumpliendo su misión formadora, recibiendo cada año a nuevas generaciones de estudiantes. Profesores, directivos y personal administrativo mantienen viva la esencia de esta institución que combina tradición y educación pública.
A lo largo del tiempo, miles de maturineses han pasado por sus aulas. Muchos de ellos hoy son profesionales, docentes, médicos, periodistas o trabajadores que recuerdan con cariño los recreos en su patio central y los actos cívicos bajo el tricolor nacional.
La Escuela Vicente Salias, no es solo un edificio de 1950, ni una estructura patrimonial, es una memoria viva del desarrollo urbano y cultural de Maturín. Su historia resume la transición de una ciudad en crecimiento, su espíritu educativo y su orgullo por conservar la identidad local.
Como señala Mendoza , “las edificaciones expresan los imaginarios de la ciudad. En cada muro, en cada aula, se puede leer el proceso de desarrollo y de consolidación cultural, histórico y arquitectónico de Maturín”.
Hoy más de siete décadas después de su fundación, la Escuela Vicente Salias, sigue siendo símbolo de progreso, enseñanza y memoria para todos los maturineses.
Foto: Pasante Santiago Hernández
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