El concepto de la vida, la dignidad como mujer y de Dios, parece estar claro en Alejandra Coromoto González, una joven que, como muchas personas con algún trastorno psicológico, camina por las calles del Centro de Maturín.
Oírla cantar sin duda alguna es adentrarse en una historia familiar y de amor, que marcaron el destino de esta persona que, como siempre, saluda con cariño al que pasa por su lado.
En una conversación amena, sobre su origen y qué hace cuando cae la noche, bien sea para asearse o dormir, ella se quedó sorprendida al observar a una chica con un atuendo que atrapaba la mirada de muchos hombres. La reacción de Alejandra fue inmediata, comentando como en voz alta, lo que por su mente pasaba.
«¿Ves a esos?», preguntaba la joven, al tiempo que, con la confianza del mundo, comenzó a decir «yo pienso y creo que la mujer es más que eso, de lo que lleva puesto, de lo que luce y compra; de lo que tiene o no, va más allá. Se trata de que una como mujer debe valorase; que los hombres te miren así no tiene sentido, la mujer vale por lo que lleva dentro, por lo que hay en su corazón, en su inteligencia (…)».
«Yo puedo tener un cuerpo muy bonito, pero si mi cabeza está vacía no sirve», recalaba, la muchacha que interrumpía su comentario, sin perder la idea, para saludar con cariño a algunos choferes que aseguran conocerla. «Mírame, la gente no me busca porque esté enseñando algo, sino porque soy agradable y los saludo con cariño. Ellos me saludan con alegría y le respondo de la misma manera».
Agregó en cuanto al físico y la belleza de una mujer que «la mujer de por sí es bella; los defectos no son defectos. Mi cuerpo es lo que me representa como mujer, no podemos andar desnudos. Repudio el dialecto horrible hacia una mujer, al igual cuando son presa del maltrato».
Para la muchacha, quien además impresiona con su canto, existe alto supremo que todo puede lograrlo. Quizás un desamor la llevó no solo a un cuadro clínico, sino a explorar esa ternura inexplicable que viene de parte de Dios.
Con una melodía, que toca la fibra de cualquier persona, expresa poco lo que le ha tocado vivir, «yo estuve muy triste, tuve un novio que se llamaba Sebastián, lo descubrí siéndome infiel con una amiga (…). Un día fui a una iglesia cristiana en Brisas del Aeropuerto y una alabanza me tocó la vida. No podemos cantar o hablar aquello que no sentimos o vivimos».
«En mi caso», explicó Coromoto, como popularmente la conocen, «me gusta cantar a Dios y sentir cada palabra y alabaza; busco la menara de sobresalir y de darle ánimo a las personas».
«Siempre hay que ser una buena persona, desde lo más pequeño a lo más alto; ser alguien bueno», dijo al comentar que se considera una mujer bonita y con una sonrisa deslumbrante.
En medio de la conversación cantó: «pues pensaba en ti, uno mi voz en concierto, a voces que claman quiero adorar, quiero con esta canción, y de mi voz, darte el honor».
«Escucho a alguien que me conversa, es como una canción o una corneta que se activa, pasa cuando yo creo que está vivo. Es más que una canción, yo creo que Él está vivo», haciendo referencia en Dios.
A Alejandra Coromoto, son muy pocas las personas que se le acercan par ayudar. Ella contó con voz serena que «a veces desayuno, almuerzo y ceno. No siempre hay para comer».
Ella duerme donde la agarra la noche y por eso lleva consigo una bolsa plástica donde carga con su sábana. En Coromoto ha ido desapareciendo el miedo de afrontar los peligros nocturnos, pues le toca recostar la cabeza en cualquier muro para descansar.
Al ser consultada si tiene algún familiar que la ayude, contó que un señor y su esposa le dieron cobijo por mucho tiempo y, en cuanto a tratamientos por cualquier cuadro clínico respondió que prefiere las infusiones de algunas plantas porque la ingesta de pastillas le hacen, con el tiempo, daños al organismo.
Al ser publicada una foto como antesala a esta entrevista, un usuario de la red social Facebook comentó que Alejandra es una paciente del hospital psiquiátrico de Maturín, razón por la cual debería ser llevada al mencionado sitio a que siga recibiendo la atención médica adecuada.
Con esta publicación se busca dar a conocer el lado humano de las personas que la sociedad margina por su aspecto, forma de vestir o ser. Al mismo tiempo, crear conciencia y lograr una mano amiga para estas personas que sufren en la calle expuestos, no estando en su sano juicio, a cualquier tipo de peligro.
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