Mujeres jóvenes con sus hijos de distintas edades, así como menores de edad andan solos o en grupo, merodeando en las avenidas del sector Los Guaritos, se encuentran pidiendo dinero o comida para poder sostenerse.
Se conoce que estos niños, en conversaciones con ellos, algunos violentos, otros no, no son propios del sector, sino que algunos vienen de Villa Valentía, otros tantos de la Invasión de la Puente, Barrio Bolívar, incluso, del Complejo Habitacional La Gran Victoria, mejor conocido como “Los Iraníes”. Ahora, se le están sumando personas del sector La Chicharronera.
Indican los vecinos de Los Guaritos II y Guaritos IV, que varios niños y niñas pasan por las casas pidiendo para comer, mayormente, en horas de la tarde y en la noche, y que “en las noches duermen en los jardines, en las veredas… hasta hacen sus necesidades allí mismo”, indica Zaidelyn Jiménez, vecina del sector.
De hecho, a partir de las 5 y media de la tarde, ya están los infantes en las afueras de los diferentes comercios asiáticos, en cada una de las panaderías del sector, así como en las heladerías, pidiendo. Algunos se les pueden conseguir hurgando la basura en plena avenida Universidad. Estos niños, generalmente, están en grupo de 3-5 niños, muy mal vestidos y desprovistos de la mirada y cuidado de algún representante.
Expone Joselin Raimon, vecina del sector, “hace como un mes y medio, venía un bus rojo, de esos, del gobierno y se los llevaba a todos, a eso como de las nueve de la noche… se los llevaban al Vertical, los atendían bien, los bañaban, les daban de comer, ubicaban a sus representantes, pero sobre todo las abuelas, llegaban llorando buscando a sus muchachos. A los adultos, a los padres les daban su “lenguarada” de charla allá en el Vertical y los soltaban a las cuatro de la tarde… ¿para qué?, si a los tres días veía a los mismos muchachitos en esa misma condición, haciendo lo mismo. También les ha dado por romper las matas, deshojar las flores, destruir los jardines”.
Una de las entrevistadas, quien no quiso identificarse, es una mujer en visible condición de vulnerabilidad, con dos niños en edad de lactancia, quien para el momento, solo tenía entre sus brazos al más pequeño de ellos. Con cierto recelo ella indicó que pide para “comer”. No quiso dar más detalles sobre su situación. Sin embargo, es fijo conseguirla en las tardes y casi entrada la noche, en las afueras de los comercios asiáticos de Los Guaritos, particularmente en el comercial que todos conocen como “El Lusitano”, y que actualmente tiene otro nombre, con sus bebés en brazos, pidiendo.
“Mientras no sea para nada malo, está bien, yo hablo”, se presenta Natasha Roca. Roca se presentó como una mujer amable, que está sola con sus 6 hijos, en estado de vulnerabilidad. Los padres de sus crías no le acompañan ni le ayudan en absoluto. Roca tiene varias semana ya “haciendo guardia” desde las 9 de la mañana a la entrada del Banco de Venezuela que está ubicado en Los Guaritos, al lado de Fiorpan. “Me vengo desde más allá de La Chicharronera, pidiendo cola… y estoy pidiendo aquí, tratando de reunir para comprarle el medicamento a este bebé. Estoy aquí porque aquí se ve más gente, se mueve más la cosa”, explica Roca.
Ciertamente, Roca da sus declaraciones mientras amamanta al bebé, quien tiene un absceso notable y no deja de llorar, presumiblemente, por el dolor. “Lo llevé al médico y solo le mandaron amoxicilina, y no tengo para comprarla”, indicó Roca.
Además, a su situación se le suma que actualmente “no trabajo, cómo, este bebé está muy pequeño, pero a veces se lo dejo a la hermana que tiene 14 años, y sí puedo trabajar, pero ahorita no, tengo que atenderlo, necesito reunir, estoy pidiendo para sus medicinas. Tampoco sé dónde ir a pedir ayuda”, puntualizó Roca.
En consecuencia, hace falta llegar y atender a estas personas; seres humanos que hacen lo posible para sobrevivir, aunque no sea lo más adecuado, y muy a pesar de las acertadas gestiones de empresas privadas y entes públicos. La situación en riesgo de vulnerabilidad en las cuales se encuentran son evidentes, y presume, a su vez, la alta posibilidad para que los niños y niñas en tal situación contribuyan a crear un nicho para la delincuencia en la comunidad de Los Guaritos.
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