Carmen María y Diomar Josefina Romero Chigüita, son hermanas. Oriundas del municipio Aguasay al Este del estado Monagas, han dedicado sus vidas a preservar y difundir el arte artesanal de la elaboración de tejidos en curagua.
Desde niñas, aprendieron de su madre los secretos de esta técnica, la cual ha sido transmitida de generación en generación y reconocida a nivel mundial como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, por la Unesco en el año 2015.
La curagua, una fibra vegetal resistente, es la materia prima de sus creaciones; principalmente para realizar chinchorros, hamacas y otros objetos de uso cotidiano y ornamentales.
Las hermanas Chigüita describen este arte como un proceso laborioso que comienza con el cultivo de la planta, continúa con la extracción de la fibra y culmina con el tejido de las piezas .»Es un trabajo que requiere mucha paciencia y dedicación, cada chinchorro lleva consigo una parte de nuestra cultura», afirma con orgullo Carmen María mientras en su rosto se dibuja una sonrisa.
A pesar de las dificultades que enfrenta la artesanía en la actualidad, las aguasayeras persisten en su trabajo, motivadas por el deseo de mantener viva esta tradición y transmitirla a las nuevas generaciones. «Queremos que los jóvenes se interesen por el tejido con la curagua y aprendan a valorar este arte, es algo que nos identifica».
La venta de sus productos se ha visto afectada por la crisis económica, pero las artesanas no pierden la esperanza. «Seguiremos trabajando y buscando nuevas oportunidades para dar a conocer nuestro trabajo que es único como cada pieza que en muchos casos está valorado en más de 400 dólares», expresa Diomar Josefina.
Las hermanas Romero Chigüita son un ejemplo de cómo la tradición y la creatividad pueden convivir en armonía. Su historia es un llamado a valorar el patrimonio cultural de nuestro país y a apoyar a los artesanos que lo mantienen vivo.
Redacción: Jhon Sánchez/ Pasante
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