Pareciera que se tratara de una segunda pandemia que, luego de 16 años, habitantes del oriente del país vuelven a vivir por la proliferación de la palometa peluda que, en esta ocasión, comenzó aparecer a finales del mes de enero.
En julio del 2004 la plaga Hylesia metabus se extendió rápidamente por Sucre, Delta Amacuro y Monagas, provocando de esta manera una emergencia nacional decretada por el presidente de turno Hugo Chávez, quien designó ésta tarea al G/D Pedro Azuaje.
Las clases en todos los niveles educativos fueron suspendidas por las afecciones en un importante número de estudiantes; también se vio afectada la actividad comercial en estos tres estados.
A finales de octubre de ese año, según un trabajo especial realizado por la periodista Alberthina Centeno como parte de un medio local, 600 millones de insectos alcanzarían su fase adulta a partir del 6 de diciembre, por lo que era urgente un plan a corto plazo para atender el problema de salud pública que afectaba tres estados orientales. Cada día llegaban cientos de personas a los centros de salud con urticarias severas por las setas que expulsa la palometa en su incesante aleteo.
Entre julio y agosto unas 376 por 2 millones de palometas cumplieron su fase adulta en el mismo año, es decir, los ataques del insecto fueron severos específicamente en los municipios Bolívar, Punceres y Maturín, por sus riberas a los ríos San Juan y Guarapiche.
Se presume que en aquel entonces los cambios en el Gobierno Regional afectaron el avance de la fumigación. Ya se habían evaluado presupuestos en Pdvsa, entre los que resaltó 150 millones de bolívares invertidos en el químico importado Dipel y 700 millones para un contrato con una empresa aérea que se encargaría de esparcir el químico en las zonas afectadas y de criaderos.
De acuerdo al trabajo publicado el 22 de noviembre de 2004, se refiere que el jueves 4 de noviembre Tonino Picciutti dueño de la compañía a cargo de la fumigación, la cual partiría desde la antigua sede del Aeropuerto de Maturín ubicada en Cachipo, denunció la paralización de la faena por falta de combustible y de la negativa del entonces Ministro de Energía y Minas, en facilitar los procesos.
Luego de unas semanas el Ministerio de Salud retomó el contrato y en Monagas se atendieron más de mil 200 hectáreas en una primera fase, mientras que Delta Amacuro se quedaba atrás siendo más afectada por el insecto.
Se dispuso de una segunda fase que era colocar trampas de luz en las zonas de mangles de Delta Amacuro, Sucre y Monagas, para restar la proliferación del lepidóptero (insecto volador) el cual aparecía de noche y con un ciclo de vida de aproximadamente 106 días.
La revista Vitalis publicó en su página web que la mariposa hembra posee en su abdomen espículas (pelusas) urticantes que al tener contacto con la piel libera una sustancia que genera picor, que en algunos casos, pudiera desencadenar en una dermatitis aguda. Pudiera causar conjuntivitis si tiene contacto con los ojos.
Las pelusas o setas son libradas por el lepidóptero para proteger sus huevos de todo tipo de depredadores, como hormigas u otros insectos.
Cuando hay picos altos poblacionales de la Hylesia metabus, las hembras atraídas por la luz artificial viajan hacia las comunidades generando afectaciones en los lugareños.
En el mismo reportaje periodístico, publicado en un diario monaguense de aquel entonces, se precisa que el ciclo de vida de la Hylesia metabus es de aproximadamente 106 días. Comienza cuando el insecto pone los huevos y muere.
Pasado 25 días los huevos se convierten en larvas, pasando a siete períodos de desarrollo en tan solo 58 días, convirtiéndose luego en una pupa.
A los 19 días más nace la palometa que tiene una duración de vida de 4 a 5 días para depositar sus huevos en criaderos con apoyo de la luz; suele colocar más de 376 huevos, recubriéndolos con una especie de sábanas de pelusas para protegerlos.
Foto: El Pitazo
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