Respetar los principios y entrenar la capacidad de comunicación, es la preparación mínima para ser un buen profesional de la abogacía. Hay que dominar la Ley, conocer cómo aplicarla y, sobre todo, saber argumentar para convencer.
Esta profesión es vital para la sociedad y es que un abogado tiene en sus manos el poder de cambiar la vida de las personas. Casi ninguna profesión da esa potestad; una labor que permita transformar el rumbo de otro ser humano de forma tan radical.
Hoy, con 23 años de ejercicio profesional, Frank García, nos cuenta un poco sobre su experiencia como defensor del Derecho. Para él, el principal reto que enfrenta un abogado a diario es la preparación constante y la lectura diaria.
La motivación al estudio de la Ley o a la carrera de Derecho, viene dada justamente al desarrollo de la vocación que vi que poseía desde niño. En principio lo veía como casi que un imposible porque eso significaba viajar a Caracas y hacer mi carrera en una ciudad completamente distinta para mí, sin embargo, fue mi propio reto y logré formarme como abogado.
Ser abogado para mí es una vocación que desde mis inicios de vida observaba cómo siempre me inclinaba a la equidad, y que tenía como norte la Justicia. Fui considerado en el colegio como un niño aplicado a quien no le gustaba las cosas mal hechas. Por eso en mi caso, veo la Justicia como una vocación.
Estudié en la Universidad Santa María. Tengo 23 años de ejercicio profesional y soy especialista en Derecho Internacional Humanitario, Derecho Penal y tengo una maestría en Ciencias Jurídicas Militares.
¿Qué es lo más satisfactorio y lo más difícil de esta profesión?
Lo más satisfactorio de mi profesión es ver que con cada libertad que logras, das felicidad a un núcleo familiar. Lo más difícil es enfrentar a la poca preparación de los jueces que tienen en sus manos la tarea de administrar la Justicia.
El principal reto que enfrenta un abogado a diario es la preparación constante y la lectura diaria, y en materia penal, debemos estar al día con las decisiones dictadas por el máximo tribunal (TSJ) y sus distintas jurisprudencias.
Amo tanto mi profesión que de existir otra vida después de esta, seguro estoy que decidiría nuevamente ser un profesional del Derecho.
No soy tan fanático de esa frase que el abogado no discute, sino que argumenta, ya que la argumentación a fondo tiene contraposición y debe ser discutida, entonces considero que el abogado argumenta y discute para mantener firme su criterio.
“Cuando la Justicia del hombre falla, la Justicia de Dios coloca ante tus ojos la luz, porque la Justicia divina no falla”.
Definir la Justicia a mis 23 años de ejercicio es un poco complejo ya que viene dada a un conjunto de valores que poco a poco hemos visto cómo se han ido perdiendo con el transcurrir de los años y cada día vemos con más preocupación cómo se va desapareciendo la reina de las virtudes, y así lo consideraba nuestro Libertador Simón Bolívar, pues, él sostenía la igualdad y la libertad. En este orden de ideas, me inclino por lo dicho por el padre de la Patria.
La Justicia en el estado Monagas actualmente la considero como la mayor injusticia que nos ha tocado vivir, ya que veo con mucha preocupación cómo la Justicia se ha convertido en clasista, enfocada a las clases sociales altas, y la clase baja está ávida de Justicia. Casi nunca ven su luz. Pareciera que el peor de los delitos es ser pobre.
Mi mensaje es que tienen en su vida un gran reto que es ayudar a una sociedad cambiante, que viendo la Justicia como la reina de las virtudes, se enfoquen a pertenecer al sistema de Justicia Venezolano con mucha vocación y que no la vean como un negocio. De eso se trata nuestra profesión.
Con colaboración de Jhonnet Martínez