Día de Todos los Santos, una fecha católica que se celebra en gran parte del mundo y que busca rendir homenaje a los santos que han existido a lo largo de la historia e incluso aquellas almas que ya han pasado el purgatorio y se encuentran en el reino de los cielos.
Después de la Persecución de Diocleciano, donde cientos de cristianos murieron a manos del ejército romano, la Iglesia tuvo que agrupar a sus mártires en una sola festividad.
La primera celebración de este día se remonta a Antioquía en el domingo antes de las fiestas de Pentecostés durante las pascuas. En el año 731 que el Papa Gregorio III, consagraría la Basílica de San Pedro a todos los santos y establecería la festividad el 1 de noviembre.
Esta es una fecha solemne, según la tradición católica, sin embargo, se ha desvirtuado con el paso de los siglos y cada país o región del mundo lo celebra de forma muy diferente.
En Latinoamérica se acostumbra ir a visitar las tumbas y en países como México, no solo se visita, también se realiza un compartir alrededor de la sepultura, se colocan máscaras, cintas de colores y hasta se cocinan platos exclusivos para ese día. El objetivo de esto es recordar a los difuntos y celebrar que ese día el manto hacia el mundo de las almas es mucho más delgado y ellos tienen permiso de estar con los vivos.
En Asia, se les rinde culto a los antepasados y en Filipinas también se realizan unos enormes banquetes en los cementerios en honor a los difuntos. En España, aunque se visita a los muertos, también se tiene como tradición presentar en los teatros la obra de José Zorrilla “Don Juan Tenorio”.
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