Un estudio ha demostrado por primera vez que las personas que pasan una infección leve de la covid producen un tipo de células inmunes capaces de fabricar anticuerpos contra el coronavirus durante el resto de sus vidas.
Una de las observaciones aparentemente inquietantes en personas infectadas por SARS-CoV-2 señalaba que su nivel de anticuerpos —proteínas capaces de evitar que el virus entre a las células— comienza a decaer pasados los cuatro meses.
La clave está en saber si a pesar de que los anticuerpos decaigan, el paciente ha desarrollado una respuesta inmune completa, que también incluye la creación de glóbulos blancos con memoria, capaces de recordar y eliminar el virus muchos meses e incluso años después de la primera infección. Varios estudios han demostrado que este es el caso, de forma que la gente que pasa la infección y la que se vacuna generan una respuesta inmune celular que les protege ante reinfecciones.
El nuevo trabajo, publicado en Nature, aporta muy buenas noticias. Sus responsables han analizado a 77 pacientes que pasaron la enfermedad de forma leve o moderada (es el grupo sobre el que había dudas). En la mayoría de ellos vieron que los anticuerpos decaen de forma pronunciada transcurridos los cuatro meses, pero después la reducción es más pausada y estas moléculas siguen presentes en el torrente sanguíneo hasta 11 meses después de la infección.
Más importante aún, este trabajo ha sido el primero en analizar la presencia de células plasmáticas de vida larga en la médula ósea. Este tipo de células se generan cuando un patógeno entra en el cuerpo para que puedan recordar varios rasgos característicos de este. En el caso de la covid se trata, por ejemplo, de la proteína S que el virus usa para infectar las células humanas. Pasada la infección, estas células inmunes viajan a la médula ósea y se quedan allí en estado latente. Si el virus reaparece, las células vuelven al torrente sanguíneo y comienzan a fabricar de nuevo anticuerpos contra el virus. El trabajo muestra que la gran mayoría de los pacientes a los que se pudo tomar muestras de médula ósea —15 de 18— generaron este tipo de células inmunes.
Ali Ellebedy, inmunólogo de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington y autor principal del estudio, resalta: “Las células plasmáticas de vida larga pueden durar toda la vida”. Estas células “seguirán produciendo anticuerpos para siempre”, añade.
La presencia de anticuerpos no siempre quiere decir que la persona sea “inmune” a una reinfección, aunque lo más probable es que así ocurra. Ellebedy explica que si los anticuerpos fabricados por las células de vida larga no bastan, el sistema inmune activa las células B de memoria capaces de fabricar aún más anticuerpos. Este trabajo ha encontrado este tipo de células en los pacientes, un hallazgo que coincide con estudios anteriores que apuntan a que la inmunidad contra el SARS-CoV-2 mediada por diferentes tipos de linfocitos y células inmunes probablemente dura años. Esto es exactamente lo que sucede con otras infecciones. Los anticuerpos y las células de memoria contra el SARS, otro coronavirus que mató a 800 personas a principios de la década pasada, duran por lo menos 17 años. Con la viruela, más de 50 años después de la vacunación la gente conserva células B capaces de fabricar anticuerpos si el virus reaparece en su organismo.
Estas células “seguirán produciendo anticuerpos para siempre”, dice Ali Ellebedy, inmunólogo de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington
Una pregunta aún sin respuesta es si este tipo de células del sistema inmune podrán neutralizar a las nuevas variantes que vayan surgiendo con el tiempo. Todo depende, dice Ellebedy, de cuánto cambie la secuencia genética del virus. Estudios anteriores han demostrado que el sistema inmune de los infectados y los vacunados neutraliza sin problemas las variantes más preocupantes detectadas hasta ahora. Hay algunos tipos de anticuerpos que no consiguen neutralizar el virus, pero el sistema inmune nunca se lo juega todo a una carta y produce tanto anticuerpos contra muchas proteínas diferentes del virus como células de memoria con las mismas capacidades, de forma que es muy difícil que alguna variante pudiese escapar a todas y, sobre todo, volver a hacer enfermar a alguien hasta el punto de causarle problemas graves de salud o incluso la muerte.
“Es razonable que este tipo de células aporten inmunidad de por vida”, opina Manel Juan, jefe de Inmunología del Hospital Clínico de Barcelona. “Estas células de larga vida son una de las que contribuyen a que la inmunidad contra otras enfermedades dure muchos años”, añade.
Una pregunta aún sin respuesta es si realmente será necesaria una tercera dosis de la vacuna como han propuesto las empresas que la fabrican. “Para mí está claro que no hace falta, igual que no sería necesario vacunar a quien ya ha pasado la enfermedad”, expone el experto. “El problema es que esto supone una discusión complicada ¿Quién va a decirle a la gente que no se revacune? Yo pienso que, aun así, habrá gente que no lo haga y gracias al seguimiento de estas personas veremos que probablemente no pasa nada por no revacunarse”, aventura.
África González y Marcos López-Hoyos, de la Sociedad Española de Inmunología, opinan que es “demasiado pronto para estar pensando en terceras dosis”. “Es bastante probable que la protección por enfermedad o por vacuna sea de por vida, aunque es algo que vamos a tener que analizar”, explica López-Hoyos. “Hay que estar muy pendientes de qué sucede con la gente muy mayor y con los que tienen enfermedades de base. En cualquier caso pensamos que la necesidad de una tercera dosis no es tanta como dicen los directores ejecutivos de Pfizer y de Moderna. Lo primero en cualquier caso es vacunar a todo el mundo por primera vez. Estudios como este muestran que la inmunización que genera la infección es más protectora de lo que se pensaba”, concluye.
El sistema inmune genera células de duración corta, media y larga en respuesta a una infección, explica África González, inmunóloga de la Universidad de Vigo. “Trasladado a las vacunas, hay algunas que solo dan protección humoral de anticuerpos temporal de unos seis meses. Son las que solo llevan carbohidratos de bacterias y no activan a los linfocitos T”, explica. “Otras vacunas inducen respuesta celular y humoral que se mantienen durante unos años, como la del tétanos, que se recomienda cada 10 años. Con otras no es necesario vacunar más tras las tres dosis recibidas en la infancia”, añade.
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