Se cumplen 24 años de aquel 15 de diciembre de 1999 cuando ocurrió la tragedia de Vargas, conocida también como el deslave de Vargas, luego de 15 días de intensas lluvias.
Tras poco mas de dos decadas de aquel acontecimiento natural, hasta los momentos las autoridades gubernamentales no han podido precisar la cantidad real de víctimas mortales ni de damnificados debido a la magnitud del desastre.
El 5 de diciembre de ese año, lo que hoy es Protección Civil, emitió la primera alerta en el estado Vargas luego de las intensas precipitaciones que se registraron durante cinco días consecutivos en la zona, sin embargo las lluvias continuaron por 10 días más.
El ministro de Ciencia y Tecnología para la época, Carlos Genatios, aseguró que los días 13, 14 y 15 de diciembre cayeron 911 milímetros de lluvia y que las condiciones geográficas de la entidad costera fueron determinantes debido a que la distancia entre la montaña y el mar era menor a 10 kilómetros.
La tragedia se concretó el 15 de diciembre cuando riachuelos de El Ávila se convirtieron en grandes ríos que causaron erosiones, desprendimiento de capa vegetal y deslizamientos de tierra que acabaron con cientos de vidas y viviendas.
El frente costero del estado fue modificado luego de los deslizamientos de sedimentos, lodo y rocas. Cinco hospitales y ambulatorios presentaron daños, los sistemas de aguas negras y blancas colapsaron, los servicios de electricidad y telefonía eran deficientes y fueron suspendidas las actividades del puerto y el Aeropuerto Internacional de Maiquetía.
Las lluvias de ese mes afectaron a 14 estados del país, pero el deslave causó daños considerables en la ciudad de Caracas, específicamente en la zona de San Bernardino, debido a su cercanía con la montaña.
Los estados que sufrieron destrucciones y desplazamientos similares a los ocurridos en Vargas fueron Falcón y Miranda.
Tras 24 años, donde sobrevivientes refuerdan la fecha como un día triste, no hay cifras oficiales, quizás nunca las habrá.
Un dato determinante lo refleja la población estimada de la entidad entre los años 1999 y 2000. El censo nacional de 1999 determinó que 308.303 personas habitaban el estado mientras que en el año 2000 fueron censadas 230.566 personas, lo que da una diferencia simple de 77.737 personas y además añade un número estimado de personas reubicadas luego de la tragedia: 62.655.
Durante los primeros meses la recuperación se centró en reubicar a las personas afectadas y remover escombros y piedras de las zonas más vulnerables.
La entidad recibió ayuda internacional, nacional, de empresas privadas y de organismos no gubernamentales para la atención de los afectados.
El 5 de enero del año 2000 el Ejecutivo nacional decretó la creación de la Autoridad Única de Área del Estado Vargas (Auaev), institución que inició sus labores de recuperación sin recursos financieros ni humanos.
En septiembre de ese año se creó Corpovargas con la misión de ejecutar proyectos y estudios preparados por la Auaev: promoción de proyectos de infraestructura y protección ambiental, recuperación inmobiliaria y desarrollo social.
De ahí en adelante Corpovargas se ha encargado de la recuperación de las parroquias Maiquetía, La Guaira, Macuto, Caraballeda, Tanaguarena y Carmen de Uria.
Las huellas del peor desastre natural que afectó el país en el siglo XX siguen allí, visibles. Tan solo hay que transitar por las vías del estado Vargas para ver edificaciones abandonadas, destruidas, arrasadas por la fuerza del agua. Sectores como Los Corales, Naiguatá, Catia La Mar fueron los más afectados. Carmen de Uria casi desapareció.
Para muchos sobrevivientes las heridas no se cierran, recuerdan a sus familiares, también las viviendas y comercios que perdieron, pero lo que sigue latente a pesar del paso de los años es el incumplimiento por parte del Estado en la reconstrucción y reestructuración de la entidad que cuenta con el principal aeropuerto internacional del país.
Cuando llueve, el temor de los habitantes, del ahora estado La Guaira, se potencia, porque saben que no existe estructura ni asistencia del Estado que sea suficiente para combatir la fuerza de la naturaleza.
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