Las convulsiones febriles son más comunes de los que las personas creen. Se trata de un trastorno benigno de la infancia que aparece a los 6 meses de vida y desaparece a los 5 años de edad.
Se debe a una inmadurez del cerebro para manejar los cambios bruscos de temperatura corporal. El riesgo a convulsionar, se presenta los dos primeros días de la fiebre.
Una convulsión se debe a una alteración de la actividad eléctrica cerebral, donde el cerebro pierde el control del cuerpo.
Según lo manifestado por la Dra. Carolina Reyes, médico Neuropediatra, esta patología es de origen genético, por lo que generalmente hay un familiar con antecedentes de convulsiones febriles en la infancia.
Explica la especialista que existen dos tipos de convulsiones febriles, la simple con una duración de menos de 15 minutos y no existen antecedentes de familiares que hayan sufrido estas patologías y las complejas que se prolongan por más de quince minutos y/o con antecedentes en los familiares positivos.
“A veces los padres no saben que el niño tiene fiebre y convulsiona por el aumento rápido de la temperatura corporal. Debemos estar alertas a las formas en las cuales se puede manifestar una convulsión febril. Por ejemplo el niño puede fijar la mirada, voltea la cara, y mover todo el cuerpo (crisis generalizada) o mover solo una parte (crisis focales), con pérdida de la conciencia de minutos de duración”, acotó Reyes.
La galeno, dejó en claro que las convulsiones febriles son benignas, sin embargo a la larga puede evolucionar a una en Epilepsia que son convulsiones sin fiebre.
Otras de las afectaciones que pueden llegar a causar es Trastorno de Atención con Hiperactividad o Trastorno del Aprendizaje Escolar, por lo que es necesario diagnóstico oportuno para aplicar el tratamiento adecuado.
La especialista recomendó, monitorear la temperatura del niño sano, durante una semana para conocer su temple basal normal, y en caso de cuadros virales, al evidenciar un aumento de un grado de la temperatura iniciar medidas que ayuden a controlar y bajar la fiebre.
Dentro de estas medidas están: bañar con agua tibia durante 20 minutos y administrar el medicamento antipirético, con la dosis correcta según el peso del niño.
Asimismo, recomienda en estos momentos tan difíciles para los padres mantener la calma, garantizar vías áreas permeables, es decir, que el niño respire bien, frotarlos con una toalla mojada para bajar la temperatura y trasladar al centro asistencial más cercano.
El tratamiento más efectivo en el manejo de las convulsiones febriles, es la prevención. Por lo que se recomienda un manejo efectivo de la fiebre. Por otra parte, el tratamiento farmacológico dependerá si la convulsión es simple o compleja, por lo que amerita la valoración Neuropediatría para el uso de medicamentos anticrisis.
La Dra. Reyes, refiere que la mortalidad por convulsiones febriles es muy rara, a menos que la convulsión formé parte de una enfermedad grave como una meningitis o Encefalitis, que en ese caso, no cumple con los criterios diagnósticos de convulsiones febriles y sí ponen en peligro la vida del paciente.
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